Por: Yesenia Álvarez
Perú21, 10 de Marzo del 2023
Los testimonios de los militares sobrevivientes coinciden en señalar la causa de la tragedia: “era la única escapatoria para no ser linchados”, “si cruzamos el río fue porque era la única solución”, “ellos nos decían que nos iban a matar”…
Un sentido de humanidad y de compromiso cívico con los problemas de nuestra sociedad lleva a las personas de bien a escuchar siempre a las víctimas antes de informarse o informar sobre una tragedia. De allí la importancia, por ejemplo, que ante violaciones, abusos y acosos de violencia de género se ponga toda la escucha activa en las víctimas. La izquierda, que de labios para afuera siempre está pidiendo escuchar, vuelve a darle la espalda a un tipo de víctima cuando su defensa no se alinea con sus intereses. Si los agresores son de su espectro político siempre callan, manipulan, tergiversan y revictimizan.
Apenas nos estábamos enterando del trágico hecho en Ilave, en el cual un miembro de las Fuerzas Armadas había fallecido ahogado y otros cinco estaban desaparecidos, y ya se había difundido la narrativa para desacreditar a los militares que por huir de la violencia de una turba de manifestantes y para salvaguardar sus vidas se vieron obligados a cruzar el río mediante una cadena humana que por las pedradas que seguían recibiendo se desunió y la historia terminó con la muerte de seis de ellos.
Los testimonios de los militares sobrevivientes coinciden en señalar la causa de la tragedia: “era la única escapatoria para no ser linchados”, “si cruzamos el río fue porque era la única solución”, “ellos nos decían que nos iban a matar”, “nos seguían tirando piedras cuando cruzamos el río”, “eran pocos los que querían conversar, los demás nos atacaron a matar”, “se rompió la cadena porque tratamos de defendernos de las piedras y como la corriente estaba fuerte se los llevó”.
Sin embargo, los desinformadores de profesión han decidido invisibilizar a las víctimas sobrevivientes y romantizar a sus atacantes para minimizar su principal responsabilidad en estas penosas muertes. Que algunos ciudadanos hayan ayudado a salvarlos es anecdótico respecto del real problema. Es lamentable que algunos periodistas han llamado a los soldados “perritos” y otros les han echado la culpa a los muertos por no haber sobrevidido.
En lugar de escuchar sus testimonios y poner el foco en que en un Estado de derecho una turba violenta no puede atacar así a las Fuerzas Amadas, han elegido nuevamente no condenar que esos manifestantes intransigentes estaban usando la violencia como medio de reclamo, poniendo en riesgo la vida de miembros de una institución llamada a poner orden ante este tipo de violencia. Ojalá los ciudadanos no se dejen manipular y escuchen a los sobrevivientes para que saquen sus propias conclusiones.