Por: Yesenia Álvarez
Perú21, 22 de Abril del 2023
“No es nuevo esto de querer estigmatizar a las personas trans y LGBTIQ+ con la idea de que por naturaleza serían agresores sexuales”.
El peligroso caso de una persona que entró a un colegio y se escondió en un baño de mujeres para grabar y tomar fotos a niñas, en lugar de generar un unánime repudio contra la pedofilia y la violencia sexual contra menores ha propiciado que no se hable tanto de esto sino que la derecha intolerante se aproveche del caso y desvíe el tema para impulsar una campaña de bullying mediático contra las personas trans, algo que alerta el profesor argentino Iván Carrino en recientes artículos. El escritor acierta en apuntar que “especialmente a la derecha del espectro ideológico se multiplican los personajes que se dedican permanentemente a ridiculizar, denostar, estigmatizar y cuestionar a las personas trans, y a todas aquellas agrupaciones políticas que buscan visibilizarlas, entenderlas o protegerlas”.
Al inicio este caso de pedofilia fue reportado como el de un hombre que se disfrazó como mujer para esconderse en un baño de mujeres para acosar a las menores, luego ha ido apareciendo información de que esta persona se identifica como mujer trans. Sea lo que fuere se trata de un pedófilo, un depredador sexual, un criminal que está cometiendo un delito y al que debe recaerle todo el peso de la ley y la condena social. Sin embargo, desde que se conoció el caso la derecha intolerante en el país quiere usarlo para estigmatizar a las personas LGBTIQ+; parece que el deplorable hecho de que es un depredador sexual de menores no les indigna tanto como el hecho de que sea una persona trans.
Las cifras de violencia sexual en el Perú son alarmantes y las cometidas contra menores son perturbadoras. Del total de casos de violencia sexual reportados entre 2018 y 2022, el 70.24% fueron menores según estadísticas del Programa Aurora del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP). En otras palabras, en ese periodo, en 7 de cada 10 casos de violencia sexual las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes entre 0 y 17 años de edad.
La lucha contra la pedofilia debería ser algo que nos una a todos para proteger a los menores de este peligro, y es condenable siempre y en toda circunstancia, sea quien sea quien lo comenta. Sea un familiar, un docente, un cura, un pastor, y cualquiera sea su orientación o identidad sexual. Las personas LGBTIQ+ ante estos casos no andan por allí diciendo: “mira a los heterosexuales y cisgéneros, son unos pedófilos”, pero curiosamente a la derecha intolerante, cuando los depredadores son heterosexuales, no la vemos señalando su sexualidad, solo la vemos profunda y selectivamente indignada cuando refuerza su discurso homofóbico y transfóbico.
No es nuevo esto de querer estigmatizar a las personas trans o LGBTIQ+ con la idea de que por naturaleza serían agresores sexuales. Un poco menos de prejuicio y un poco más de reflexión les haría darse cuenta del escaso juicio que muestran al tratar de usar un caso de pedofilia para que encaje en su narrativa.
Infame y deshonesto papel el de esta derecha, pues en nada ayuda a luchar contra la pedofilia que se aprovechen de este caso para hacer una vergonzosa campaña de deshumanización de las personas trans. Se centran más en que es una persona trans y no en que es un pedófilo. Entonces parece que no les interesa denunciar tanto la pedofilia sino promover el odio a un grupo por su identidad. Desinforman e incitan a la opinión pública para que dirija su odio contra este grupo y, además, buscan deshumanizarlos, lo que sí lleva al maltrato, la discriminación, al trato agraviante y a un ataque permanente contra la dignidad humana de estas personas; y en todo esto la hipocresía de la derecha intolerante queda en evidencia porque una preocupación real por las víctimas de pedofilia queda finalmente relegada.