Por: Yesenia Álvarez
Perú21, 30 de julio de 2021
Lo que viene haciendo Pedro Castillo después de haber jurado al cargo no debería sorprendernos. Tanto su primer mensaje a la nación como el nombramiento de Bellido como premier van en la línea de lo que siempre prometió y es parte de una estrategia política comunicacional que, junto a su partido, domina perfectamente bien: confundir y confrontar.
Ganó las elecciones confundiendo, con la ayuda de traductores y manipuladores que hicieron creer a muchos votantes que había un Pedro Castillo diferente de Vladimir Cerrón y de Perú Libre, pese a que nunca brindó una señal de deslinde o de moderación. Se advirtió muchas veces del peligro de sus vínculos con organizaciones que reivindican y admiran a terroristas, pero en el debate público no estaban dispuestos para esa discusión y menos para exigirle que responda sobre estos cuestionamientos.
Pedro Castillo, en sus primeras horas como presidente, acaba de vapulear la memoria de nuestras víctimas del terrorismo al nombrar a Bellido Ugarte como presidente del Consejo de Ministros, quien es conocido por su homenaje a la senderista Edith Lagos, y enfrenta una investigación fiscal por presunta apología del terrorismo. Es homofóbico, admirador de la dictadura cubana y siempre se le ha identificado como muy cercano a Cerrón.
Castillo ha buscado confrontar y provocar al Parlamento, ya que un premier con estas características difícilmente obtendrá la confianza. Que no sigan confundiendo más, el nombramiento de Bellido no es una señal del poder que Cerrón ejerce sobre Castillo; es una señal de que no son distintos, que piensan y quieren lo mismo. Quieren acortar el camino para disolver el Parlamento e imponer la Asamblea Constituyente por supuestas “vías democráticas”. Los parlamentarios tienen en sus manos la arriesgada tarea de no caer en la provocación de Castillo y dejarlo que sea él quien asuma la responsabilidad de sus actos. Todo esto entre arcadas y estómagos revueltos.