Entrevista a Waldo Mendoza
Por: Luis Hidalgo
Gestión, 25 de noviembre de 2019
El economista y profesor e investigador del Departamento de Economía de la PUCP, Waldo Mendoza, pronostica que se avecinan “tiempos recios” en economías de la región, que se caracterizarán por la aplicación de políticas de ajuste económico.
Varias economías de la región afrontan crisis políticas a partir de su situación económica. ¿Cuáles son las perspectivas de estos países en lo económico?
Estamos ingresando a una década, la del 2020, que se puede parecer conceptualmente (no en magnitud) a la de los ochenta. Diría que se acercan tiempos recios (en alusión a la novela “Tiempos recios”, de Mario Vargas Llosa) para algunas economías latinoamericanas.
¿Y por qué ocurriría eso?
La explicación es que en los países primario-exportadores, durante el periodo del 2004-05 al 2010-11, los ingresos tributarios subieron mucho por el boom de precios y los déficits fiscales empezaron a bajar, pero los gastos del sector público aumentaron también sustancialmente.
Se parece mucho a lo ocurrido durante el Gobierno de Perón en Argentina que, en un contexto de aumento espectacular de los ingresos tributarios, utilizó estos para crear una sociedad de bienestar (una serie de beneficios para los trabajadores), lo cual puede parecer bien, pero el problema es que el aumento de estos gastos se queda (no se pueden bajar), mientras que los ingresos no, se van (cuando caen los precios).
Se refiere a Bolivia y los problemas que enfrenta hoy…
A Bolivia, Ecuador y Perú con mucho menor intensidad, porque tenemos leyes de responsabilidad fiscal que impiden un crecimiento desmesurado del gasto público.
¿Cuáles son las cifras fiscales de Bolivia?
Bolivia ha transitado desde una situación fiscal solvente (superávit fiscal de 1.6% del PBI, una deuda pública como porcentaje del producto de 38%, en el 2010), a una situación fiscal mala, con casi 8% de déficit fiscal y una deuda pública de 60%.
¿Y las de Argentina y Ecuador?
La figura de Argentina es muy parecida a la de Bolivia, tiene un déficit de 4% del PBI y la deuda pública alcanza el 94% del PBI. Aparentemente, Ecuador es el caso menos dramático: su déficit fiscal es todavía pequeño, su deuda pública es 48% del PBI, una tasa baja para los estándares latinoamericanos, pero tenía 20%.
¿Qué viene para esos países?
Todos estos países están teniendo o van a tener muy pronto problemas para financiar su déficit fiscal. El caso argentino ya es dramático, porque en la práctica ya no puede colocar un bono en el mercado internacional. En Ecuador la situación es parecida. Y en el caso boliviano, su modalidad de financiamiento es poco clara, no emite bonos.
¿Y qué van a hacer entonces?
Aunque lo detesten, van a estar en manos del Fondo Monetario Internacional (FMI) porque el asunto es muy práctico: hay intereses y amortizaciones (de la deuda pública) que tienen que pagar en los próximos trimestres y no tienen el dinero para hacerlo. Van a tener que firmar una ‘carta de intención’ con el FMI.
Una carta que implica un compromiso del Gobierno de tomar medidas para estabilizar la economía del país…
Sí, se trata de un documento pequeño y preciso, en el que indican cuál es la situación real de la economía en cuestión (Argentina, Bolivia y Ecuador); la solicitud del préstamo (de apoyo a la balanza de pagos o de desarrollo) por parte del Gobierno. Y para hacerse acreedores a esos recursos, se comprometen a hacer un conjunto de medidas económicas.
¿Qué tipo de medidas serán?
Estos llamados ‘paquetes económicos’ consisten básicamente en medidas para arreglar las finanzas públicas y, a través de esa vía, estabilizar la economía. En concreto, la carta dirá a los gobiernos respectivos: bajen sus gastos; procuren eliminar los subsidios; busquen subir las tasas impositivas para recaudar más; sinceren los precios y dejen de controlarlos; si tienen empresas públicas, véndanlas; suban su tasa de interés de referencia.
¿Y qué impactos se prevén de estas medidas en esos países?
Esta mezcla de políticas económicas tiene un impacto recesivo en la economía. Y, en el corto plazo, inclusive puede ocurrir que la inflación salte porque las medidas a tomar implican ajustes (al alza) de ciertos precios. Por lo tanto, lo que se avecina en Bolivia, Argentina y Ecuador es una recesión o enfriamiento de la economía, con inflación en el corto plazo, lo cual genera reacciones en la población que ya conocemos por lo acontecido en el Perú en esa década.
Perú y Chile
Perú y Chile también son exportadores de productos primarios. ¿Cuál es su situación?
Chile es un caso algo distinto, donde no se ha visto ese episodio de ingresos crecientes al mismo tiempo que se desbocaban los gastos del sector público. Es cierto que la situación fiscal chilena ya no es la de hace diez años, cuando tenía una deuda pública que equivalía a 10% del PBI, y ahora está en 27%, ya es más alta que en Perú.
¿Por qué las protestas sociales actuales?
Mi impresión es que los chilenos ya se comparan con otros países. Sus parámetros ya no están en América Latina y creen estar en la OCDE, aunque algunos de sus indicadores estén lejos de eso aún. No es que la distribución del ingreso en Chile se haya deteriorado agudamente en los últimos años, es más o menos como en el Perú.
¿Qué puede pasar en Chile?
Los problemas que enfrenta Chile son de solución casi imposible. Por ejemplo, el tema de las pensiones. ¿De dónde van a salir las pensiones? Solo pueden salir de la cotización de los asegurados, que esta se eleve (de 10% a 20%, por ejemplo), o del Estado, no hay más.
Algo similar pasa en el Perú…
Es igualito que en el Perú. ¿De dónde va a salir una pensión decente en el Perú, aunque se hagan mil reformas? Si no aumenta el aporte, la cotización, no habrá más pensión. Y el Estado no puede aumentarlas porque tiene otras demandas urgentes que atender. Tendría que elegir entre subsidiar a los pensionistas y dejar de atender esas demandas.
¿Qué harán entonces los gobiernos para atender las demandas sociales?
Posiblemente en Bolivia, también en Chile, pidan una Asamblea Constituyente por distintos motivos. En Bolivia, impulsada por la derecha para cambiar la Constitución de Evo Morales, y en Chile, para cambiar la Constitución de Pinochet, pero esos son placebos. Una Asamblea Constituyente es un placebo, no es un acto económico porque no es que la nueva Constitución chilena, o la nueva Constitución boliviana te va a elevar la presión tributaria para pagar mejores pensiones, o tener una educación más inclusiva.
Suele ser efectivo por un tiempo, pero no resuelve ningún problema concreto. Menos si es económico, incluso puede agudizarlo.
¿Qué esperaría para Chile?
Chile está en un problema distributivo, van a cambiar su Constitución, que es un placebo para los problemas económicos, pero los grandes problemas, como el de las pensiones y una educación más amplia, requieren de una presión tributaria mayor, en dos o tres puntos del PBI, y con eso apoyar en algo la atención de las demandas sociales, que pueden ser justas. Este sería el mejor escenario para Chile, pero ya no va a ser la estrella del firmamento, va a ser un país con un crecimiento modesto, quizás con una mejor distribución del ingreso y quizás las masas se tranquilicen.
El caso del Perú es parecido al de Chile. ¿Cómo ve el panorama para nuestra economía?
Nosotros también ya nos creemos lo máximo. Hay razones para ello, como el crecimiento económico sostenido, la baja inflación, en reducción de pobreza, el nivel de la deuda pública que ya es el más bajo de la región, igual que su prima de riesgo soberano. Pero tenemos diferencias con Chile.
¿Qué nos diferencia de Chile?
Una es que tenemos eventos, noticias, que nos han dejado un poco tranquilos. El cierre del Congreso, por ejemplo, ha sido un tranquilizante, un desfogue, al igual el hecho de que esté entrando a la cárcel gente importante por corrupción; el que una buena parte del país, de la población, no dependa del Estado es otro desfogue. Entonces, estos últimos son varios motivos, diría yo idiosincráticos, que están ocultando problemas que podríamos tener como lo tienen los chilenos.
¿En el Perú no hay que preocuparnos entonces por las protestas sociales?
Los peruanos deberíamos adelantarnos al escenario que vive Chile, porque la presión tributaria, la recaudación de impuestos, está en 14% hace 40 años. Lo que ha hecho el país es acomodar los gastos a ese nivel de ingresos y por eso nuestra deuda está estable, pero eso no es sostenible.
En el Perú la amenaza de lo que ocurre en Chile puede estar también acá, porque tenemos pensiones bajas (y no para todos), por ejemplo. Ahora no tenemos muchos pensionistas, a diferencia de Chile (donde el sistema de AFP es más antiguo), pero cuando aparezcan los pensionistas (de las AFP) acá se van a dar cuenta de que sus pensiones son el 20% de sus sueldos cuando eran activos y dirán que el sistema de pensiones es injusto y aparecerán los conflictos distributivos.
Que puede azuzar la posibilidad de cambiar el modelo económico
En el Perú, ese placebo de la Asamblea Constituyente, de una nueva Constitución, puede también aliviar la situación política, pero en términos económicos no soluciona nada, porque no genera más recursos fiscales, ni más crecimiento económico. La solución de fondo será también acá un incremento sustancial de la presión tributaria (ver nota vinculada).
“La carne está en el Impuesto Predial”
¿Es posible elevar la presión tributaria en el Perú, considerando que las cifras dicen que ni en el mejor momento de la economía se elevó mucho?
Es fácil decirlo como meta, pero lo difícil es hacerlo. Lo más visible, por donde se podría aumentar esa presión tributaria, creo que es el Impuesto Predial, en el cual tenemos un potencial inmenso. Creo que pagamos muy poco impuesto por las propiedades. Además, es un impuesto muy progresivo (la carga tributaria es mayor cuanto mayor es la riqueza o valor de los predios).
Pero es un impuesto municipal…
Ese es el gran problema, por lo que hacer efectivo su cobro debería contar con mucho apoyo del gobierno central. Hay que actualizar los catastros y demás, pero ahora no es muy caro porque se usan drones y otras tecnologías. Es más una cuestión de decisión gubernamental. Ya han avanzado mucho en materia de tributación con la aplicación de las boletas electrónicas, pero creo que la carne está en el Impuesto Predial.
Sin embargo, el problema más grande para aumentar la base tributaria y la recaudación en el Perú es la alta informalidad que tenemos. ¿No debería atacarse esto también?
Es muy complicado bajar rápido la informalidad. La informalidad irá bajando con el crecimiento económico alto y sostenido, con nuevos sectores productivos que impulsen la economía, nuevos motores. La evidencia empírica y estudios que existen a nivel mundial dice que la informalidad muere con el crecimiento económico y por eso que demora tanto desaparecer.
En el Perú, por ejemplo, la agroexportación y la minería han creado mucho empleo formal. Entonces, necesitamos otros motores productivos que creen más mano de obra formal, de manera que disminuya de manera sostenida la informalidad.
Todos esperamos que Chile y Perú caminen en la orientación que usted ha señalado, de aumentar la presión tributaria, para evitar el conflicto distributivo. ¿Cuál sería la perspectiva si caminan en sentido contrario y aplican medidas de tipo populista para atender las demandas sociales?
Yo creo que hay que tener mucho cuidado en estos meses porque a veces confiamos mucho en las leyes, en los papeles, y eso no funciona. Los problemas concretos que tiene la economía peruana son básicamente dos: una presión tributaria muy baja e insostenible en el tiempo (para hacer frente a los gastos básicos y crecientes) y la falta de otros motores de crecimiento. Y esos problemas no se arreglan con una Asamblea Constituyente que apruebe una nueva Constitución (eso puede hacerse mañana mismo).
¿Cree que acá también van a plantear cambiar la Constitución?
En el Perú, la Constitución del 93, de la que tanto se habla, en realidad es casi la misma del 79, no hubo cambios radicales. Yo creo que el Perú también se aproxima a una discusión sobre una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución, pero es un placebo, en realidad, porque los grandes problemas de nuestro país se pueden resolver con la Constitución actual.