El poder legislativo no parece entender cómo opera Reactiva perú, ni que estamos en la peor crisis económica desde la guerra con Chile.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de estimar que el PBI del Perú se caerá un 14% en este año, “con un riesgo a la baja significativo, vinculado a los desafíos nacionales y mundiales para controlar la pandemia”. El principal desafío nacional en este momento es potenciar Reactiva Perú (RP) y anular las iniciativas del Congreso de la República respecto a las empresas del sistema financiero (ESF), que pueden provocar una grave crisis financiera.
RP es la respuesta de política macroeconómica más potente en la historia del Perú, coordinada entre el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Es una política monetaria-fiscal no convencional y surgió porque, en las condiciones actuales, de caída brutal del nivel de actividad económica, se requería de una política de ese calibre.
Si el BCRP se hubiese limitado a usar sus instrumentos convencionales, reduciendo la tasa de interés y la tasa de encaje bancario, solo hubiera podido convertir en abundante y barato la disponibilidad de dinero para las ESF (bancos, financieras, cajas municipales y rurales). Pero esta abundancia hubiera sido teórica, pues las ESF no hubieran encontrado clientes saludables a quienes prestar. Aquí es cuando aparece el MEF y les dice a los bancos que presten con confianza, pues esos créditos tienen la garantía del Gobierno Nacional, entre 80% (empresas más grandes) y 98% (empresas más pequeñas). Para este propósito, el BCRP dispone de S/ 60,000 millones, que servirán para alimentar el capital de trabajo de las empresas.
El programa ha sido superexitoso, por donde se le mire. En primer lugar, el BCRP ya prestó los primeros S/ 30,000 millones a las ESF, a 0.5% anual, y estas ya las han prestado a las empresas, a plazos de hasta tres años, con un año de gracia, a 1.1% anual, en promedio, la tasa más baja de la historia del Perú. En segundo lugar, el crédito se ha hecho a través de 23 ESF, ha llegado a 84,000 empresas, de las cuales el 91% son micro y pequeñas empresas (MYPE). Las MYPE están recibiendo estos créditos a 1.9% promedio anual, cuando antes pagaban entre 25% y 40%.
En tercer lugar, el impacto macroeconómico ha sido enorme. Solo en un mes y medio, RP ha inyectado en la economía 4 puntos del PBI, 1.5 puntos más de lo que el MEF gastará en todo el año en la lucha contra la pandemia. Y cuando se coloquen los S/ 60,000 millones, se habrán inyectado 8 puntos del PBI. Dados estos excelentes resultados, RP debería ampliarse inmediatamente.
¿Qué hubiera pasado si RP no se hubiera creado? Uno, dadas nuestras políticas de confinamiento, de las más severas en el mundo, la tasa de quiebras de empresas hubiera sido muy alta. Dos, las empresas hubieran dejado de pagar sus deudas, la cartera morosa hubiese saltado al cielo, y podría haberse generado una crisis bancaria. Tres, con empresas y ESF quebradas o a un paso de estarlo, la caída del PBI en este año hubiera sido más dura y la recuperación muy complicada. El rol del BCRP, el MEF y las ESF ha sido entonces importantísimo en evitar un colapso mayor.
El Congreso de la República no parece entender cómo opera RP, ni que estamos en la peor crisis económica desde la Guerra con Chile, ni cómo funciona el sistema financiero. Solo así se explica que hayan propuesto casi al hilo dos proyectos de ley, uno que dispone el control de las tasas de interés máximas en el sistema financiero, y otro que propone condonar intereses de la deuda bancaria.
Las propuestas son pésimas. Primero, porque ya se practicaron en el Perú, en los ochenta, con resultados calamitosos. Segundo, no existe ningún ejemplo en el mundo de que hayan funcionado bien. Tercero, no hay un solo economista que haya podido defenderlas razonablemente.
La explicación del curso básico de Economía es muy sencilla. Si se reduce la tasa de interés, aumentarán los que quieren prestarse, las empresas y las familias, y disminuirán los que quieran prestar, las ESF, y pasará lo que ha pasado en el Perú de los ochenta y lo que pasa siempre en el mundo: el racionamiento crediticio. Las ESF elegirán a las empresas y familias más pudientes, que recibirán el crédito barato, y le dirán al resto, MYPE y familias pobres, que hagan su cola. Como estas necesitan el crédito, y no pueden esperar, se prestarán en el mercado informal, donde les cobrarán el doble o el triple de lo que ahora pagan.
Por otro lado, si se condonan los intereses de la deuda, las ESF dejarán de percibir ingresos por varios meses y las más pequeñas, que son las que tienen problemas de liquidez, podrían quebrar, y dejarle todo el mercado a las ESF grandes.
¿Es consciente el Congreso de que está legislando en favor de los ricos? Allí no termina la historia. Los depositantes, ante las señales de resquebrajamiento de la salud del sistema financiero, reaccionarán como lo hacen en todo el mundo, como lo hicieron en el Perú de los ochenta: empezarán a hacer su cola para retirar sus depósitos. Lo último que nos faltaba, una corrida bancaria.
¿Por qué el Congreso tiene este tipo de iniciativas? ¿Qué los impulsa a hacer políticas en contra de los más vulnerables? ¿Cuál es la parte de mi explicación que no se entiende?
Por: Waldo Mendoza
Gestión, 30 de junio de 2020