Por: Waldo Mendoza Bellido, Profesor del Departamento de Economía de la PUCP
Gestión, 27 de junio de 2019
A la economía no le va bien este año. Vamos a crecer por debajo de nuestro potencial, 3.7% anual. Los signos del enfriamiento económico del primer semestre son claros.
Primero, la tasa de crecimiento del empleo formal reportada por la Sunat en base a la planilla electrónica ha descendido de 4.1% anual en diciembre pasado a solo 1.7% en abril.
Segundo, en enero- abril de este año, la inversión, aproximada por la importación de bienes de capital, ha crecido en solo 1.5% anual.
Tercero, las expectativas de consumidores y productores sobre el futuro de la economía peruana se han deteriorado fuertemente. Gran parte de los 18 indicadores de la encuesta mensual de expectativas del BCRP se han deteriorado en abril y mayo. La confianza para invertir y contratar trabajadores de las 300 empresas clientes de Apoyo Consultoría está en su nivel más bajo desde fines del 2015.
¿Qué pasó?
El pecado original reside en las proyecciones de crecimiento del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), de 4 y 4.2 por ciento, respectivamente, hace solo dos meses. Si se espera crecer por encima del potencial no hacen falta políticas expansivas.
A pesar de los esfuerzos del MEF para que la inversión pública en los gobiernos subnacionales no se cayera, ésta en los primeros cinco meses del año descendió en 6.5% en términos reales. Como resultado, el déficit fiscal (acumulados 12 meses) de mayo ha sido de solo 1.5% del PBI, bastante menor al 2.2% del PBI proyectado para el año. La política fiscal, en la práctica, fue contractiva.
El contexto externo tampoco ayudó. El menor crecimiento económico mundial y la guerra comercial entre Estados Unidos y China provocaron una caída del precio de nuestras exportaciones.
¿Qué hacer para crecer un poco más en este año? Por el lado del MEF hay muy poco margen; el año ya está básicamente jugado. La inversión pública en el segundo semestre crecerá más que en el primer semestre, pero eso no bastará.
El BCRP debería haber bajado hace rato su tasa de referencia. La inflación observada y la subyacente están hace casi dos años por debajo del 3% anual. La tasa de crecimiento del crédito bancario en moneda local ha descendido ligeramente. La posición de cambio es de US$ 40,925 millones, por lo que puede anularse el impacto sobre el tipo de cambio de la menor tasa de interés.
Con todo, este año creceremos por debajo de nuestro crecimiento potencial. La política macroeconómica ha fallado.
Pero el principal legado económico que nos debe dejar el presidente Vizcarra es un crecimiento potencial alto. La vía conocida es la elevación de la productividad de nuestra economía ¿Que se podría hacer, desde hoy, para ese objetivo?
En teoría, hay dos grandes vías. Una es la vía de la política transversal, ligada a las viejas teorías del crecimiento equilibrado de Rosenstein-Rodan y Ragnar Nurkse, en las que la productividad debe impulsarse en todos los sectores. La otra es la de las políticas sectoriales, asociada al crecimiento desequilibrado de Albert Hirschman, en la que hay que apostar por elevar la productividad en un gran sector, esperando que jale a otros.
El Gobierno, en su Política Nacional de Productividad y Competitividad (PNPC), apuesta por las políticas transversales. Para elevar la productividad hay que alcanzar nueve objetivos prioritarios, tales como el desarrollo de la infraestructura y de las capacidades, un mercado laboral dinámico, institucionalidad, etcétera.
El problema es que no tenemos ejemplos de episodios exitosos de política transversal y sí de políticas sectoriales, como las de la minería a principios de la década de los noventa y la agroexportación a comienzos de este siglo.
Si en esos años se hubiera actuado por la vía del PNPC seguro que no tendríamos actualmente estos dos motores que contribuyen decisivamente en el crecimiento económico actual. No quiere decir que haya que olvidarse de los objetivos del PNCP, sino que no tenemos que esperar que esos objetivos se alcancen para poner las balas en los sectores con potencial.
Los sectores a impulsar deben parecerse a la minería y la agroexportación. En primer lugar, esos sectores deben tener una gran capacidad productiva, derivada de sus ventajas naturales, como nuestro enorme potencial minero y la inmensa costa peruana apropiada para la agricultura de exportación. En segundo lugar, estos sectores deben ser exportadores, para que no existan problemas con la demanda, la cual es infinita. El impulso de la productividad en estos sectores elevará la productividad promedio de la economía y en consecuencia nuestra tasa de crecimiento potencial.
Si hacia el 2021 nuestra tasa de crecimiento potencial se acerca al 5% anual, el presidente Vizcarra nos habrá dejado un enorme legado.