Uri Landman
Para Lampadia
En la exitosa serie de televisión de los años sesenta, STAR TREK (Viaje a las Estrellas) el capitán William T. Kirk al mando de la nave estelar USS Enterprise, acompañado del primer oficial Spock, del médico en jefe Leonard McCoy, de la oficial de comunicaciones Nyota Uhura y de toda su tripulación; tienen una misión de 5 años, en la cual deben recorrer el universo para explorar mundos desconocidos y llegar hasta donde nadie ha podido llegar antes.
En un viaje un poco más sencillo a bordo de un auto alquilado, recorrí 480 kilómetros en una autopista impecable de cuatro carriles, para llegar al Centro Espacial Kennedy (KSC por sus siglas en inglés) ubicado en Cabo Cañaveral.
El KSC es un complejo de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio por sus siglas en inglés) que los turistas pueden visitar para conocer y aprender de la historia de los viajes espaciales, las innovaciones tecnológicas y el futuro de la exploración espacial, con la cual la humidad llegará al espacio profundo.
Al llegar a Cabo Cañaveral, me encontré con una larga y ordenada fila de vehículos para ingresar a las instalaciones del KSC. Después de estacionar el auto, pasar por los controles de seguridad y presentar la entrada, me encontré, en una explanada donde se exponen los cohetes originales que llevaron a los Estados Unidos a ser pionero en la exploración espacial. Solo para nombrar algunos, están los cohetes: Delta, Juno I, Saturn 1B, Gemini-Titan II y el Mercury- Atlas.
Después de tomarme las fotos de rigor, me dirigí a “Gateway”, una atracción que recién acaba de abrir al público. En “Gateway” pude ver el módulo espacial ORION fabricado por Lockheed Martin y que fue lanzado en el año 2014. También se puede ver SpaceX Dragon, que fue el primer módulo comercial en llevar y regresar carga a la Estación Espacial Internacional (ISS). Junto a la rampa que conduce al segundo piso se puede ver una propuesta de “hábitat” para los astronautas en viajes al espacio profundo, así como el módulo “Sierra”, el cual es transportado por la nave espacial “Dream Chaser” a la ISS. Suspendidos del techo del edificio se pueden ver el cohete de la empresa SpaceX, el Falcón 9 y también una réplica de la única nave espacial con alas, el “Dream Chaser”.
Camino a tomar el bus que me llevaría al Centro Apolo-Saturn V en donde se vería el lanzamiento del cohete Artemis I, paré en el pabellón Atlantis. Esta exhibición, está dedicada al programa de transbordadores de la NASA. Como ninguna otra nave, el transbordador espacial despegaba como un cohete y aterrizaba como un avión convencional. El programa duró cerca de 30 años y realizó 135 misiones de vuelo con cinco transbordadores espaciales: Columbia, Challenger, Discovery, Atlantis y Endevour. Como todos recordamos, sufrió dos grandes tragedias en las cuales se perdieron el Challenger (1986) y luego el Columbia (2003).
En el pabellón Atlantis pude ver un video informativo sobre la creación del programa de transbordadores incluyendo los grandes obstáculos que tuvieron que superar los ingenieros de la NASA para dar vida al primer transbordador, el Columbia. De todas las grandes dificultades, la que dio más dolores de cabeza a los ingenieros fue la construcción de la barrera térmica que debía tener el Columbia para poder reingresar a la atmósfera sin incendiarse. Luego de múltiples pruebas, se optó por utilizar losetas que contienen vidrio de borosilicato. El sistema de protección térmica está diseñado para mantener la estructura de aluminio del transbordador por debajo de los 177 grados Celsius, aunque en algunas áreas que están más expuestas, puede llegar hasta 1260 grados.
Para llegar al Centro Apolo- Saturn V, se requirió un pequeño traslado en bus de 10 minutos en donde observé más de cerca el edificio de ensamblaje de vehículos y el transportador de oruga que con sus 2,700 toneladas, es el encargado de llevar al transbordador desde el edificio de ensamblaje hasta la plataforma de lanzamiento, a una velocidad de 1.6 kilómetros por hora.
Ya en el Centro Apolo, tuve la oportunidad de ver el gigantesco cohete Saturn V y los módulos originales del programa Apolo, que llevó al hombre a la luna. También pude ver los trajes espaciales originales como el de Alan Shepard, que todavía conserva el polvo lunar, piedras lunares y muchos de los equipos.
Me informaron que desde este lugar se podría observar el lanzamiento del cohete Artemis I, cuya misión no tripulada, busca estudiar la posibilidad de construir una estación espacial que gravite en torno a la luna, para luego colonizarla. Una vez instalados en la luna, el siguiente paso es llegar hasta Marte.
Sin embargo, por problemas técnicos, el despegue programado para el 3 de septiembre tuvo que ser cancelado. Según los técnicos de la NASA, un sello en uno de los tanques de combustible de hidrógeno presentó una fuga, por lo que decidieron cancelar el lanzamiento y reemplazar dicho sello ubicado en una línea de alimentación entre el tanque de hidrógeno del Artemis I y la línea de abastecimiento de la plataforma de lanzamiento.
A pesar de no haber podido presenciar el lanzamiento del Artemis I, mi visita al KSC reafirmó mi convicción que la empresa privada juega y jugará un rol fundamental en el desarrollo de la ciencia y tecnología.
Desde el transbordador espacial, el cohete Falcón 9 de SpaceX (compañía de Elon Musk) hasta el New Sheppard de Blue Origin (compañía de Jeff Bezos) todos han sido construidos por empresas privadas contratadas por el gobierno norteamericano en el entendido que el privado puede hacer mejor las cosas de manera más eficiente.
¿Cuándo llegará el día que tengamos políticos con visión de futuro y no populistas mediocres como los que tenemos hoy en día? En alusión a ello, recordé el discurso de J.F. Kennedy en la Universidad de Rice en 1962: “¿Por qué, se preguntarán algunos, elegimos la luna? ¿por qué la elegimos como nuestra meta?… Elegimos ir a la luna, en esta década…no porque sea fácil, sino porque es difícil”. Lampadia