Uri Landman
Para Lampadia
Esta semana se conmemoró en Israel “Ion Hashoa” o el Día del Recuerdo del Holocausto. Este día, 27 del mes de Nissan en el calendario hebrero (17 de abril) es feriado nacional en Israel y se recuerda a las víctimas del Holocausto y la valentía de los sobrevivientes.
Recién en el año 2005, las Naciones Unidas instituyeron el día 27 de enero como el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Se escogió esta fecha, ya que el 27 de enero del año 1945 las tropas soviéticas liberaron el campo de concentración y exterminio más grande del régimen nazi, Auschwitz-Birkenau en Polonia.
El 30 de enero de 1933, el presidente alemán Hindenburg, nombró canciller a Adolf Hitler, el líder de Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores, más conocido como el Partido Nazi. Poco tiempo después, al morir Hindenburg en agosto de 1934, Hitler se declara “Führer” o “líder” de Alemania, tomando el control absoluto de las instituciones políticas de Alemania convirtiéndose en dictador.
Me tomaría libros enteros describir y explicar las políticas en contra de los judíos que implementó Hitler desde su llegada al poder hasta su muerte en 1945, por lo que me enfocaré solamente en la política de estado que tomaron los asesinos nazis durante la Segunda Guerra Mundial, conocida como la Solución Final de la Cuestión Judía.
En Julio de 1941, el mariscal Herman Göring, le encarga a Reinhard Heydrich, comandante de la Oficina Central de Seguridad del Reich preparar un plan para la “solución final del problema judío”. Pocos meses después, el 20 de enero de 1942, se celebró la Conferencia de Wannsee en donde participaron los principales funcionarios del régimen Nazi.
Se fijó como una política de estado, el exterminio en masa de todos los judíos de los territorios ocupados por los nazis. Si bien los asesinatos en masa en contra de los judíos ya habían comenzado con la invasión alemana a la Unión Soviética, todavía no se había planeado el exterminio a escala industrial de la judeidad europea.
“La solución final” consistió en la deportación masiva de cientos de miles de judíos, vaciando comunidades enteras de los países europeos bajo el dominio de los nazis y trasladarlos en condiciones infrahumanas a campos de concentración y exterminio. En los primeros, eran obligados a realizar trabajos forzados, con una paupérrima alimentación, sin medidas de higiene, ni ningún tipo de cuidado médico. Miles de personas murieron en estos campos por enfermedad y hambre.
En los campos de exterminio como Belzec, Sobibor y Treblinka, los judíos eran conducidos directamente de los trenes a las cámaras de gas, donde eran asfixiados utilizando el gas Zyklon B.
El tristemente recordado Auschwitz-Bierkenau fue el campo de concentración-exterminio más grande construido por los nazis. Desde enero de 1942, las SS empezaron a asesinar a los judíos en una granja reformada para tal fin. Sin embargo, con la llegada masiva de más judíos, se ordenó construir 4 cámaras de gases con sus respectivos crematorios. Las empresas alemanas encargadas de su construcción, terminaron las obras entre marzo y junio de 1943. La invasión alemana a Hungría significó la deportación de más de 400,000 judíos húngaros a Auschwitz. En determinados días fueron asesinados más de 24,000 personas al día, muchas de las cuales fueron quemadas en hogueras al aire libre ante la incapacidad de los crematorios para “procesar” a tanta gente.
Según los datos de Yad Vashem, la institución oficial israelí constituida para el estudio y el recuerdo a las víctimas del Holocausto, en Auschwitz-Birnkenau, fueron asesinados en las cámaras de gases, aproximadamente un 1.4 millones de judíos, la gran mayoría mujeres y niños. También hay que mencionar que miles de polacos, gitanos, prisioneros de guerra, comunistas y disidentes del régimen nazi, fueron asesinados en este campo de exterminio.
A pesar de las pruebas históricas, de la evidencia física encontrada por los aliados después de la Segunda Guerra Mundial, de los documentos nazis hallados en los que se detallada el exterminio de millones de personas, de los Juicios de Nuremberg (donde la cúpula Nazi fue juzgada por estos crímenes), todavía existe un grupo reducido de personas que niegan la existencia del Holocausto o se esfuerzan por relativizarlo al decir que “millones de personas murieron a consecuencia de la guerra y que los judíos fueron un grupo más”.
Sabemos que no es cierto. El exterminio sistematizado de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial, fue una política de estado, elaborada y perfectamente ejecutada por los nazis. Es nuestra obligación honrar a las víctimas, pero más importante todavía, recordar y enseñar a las generaciones venideras lo que sucedió para que nunca más se vuelva a repetir.
Cuando el General Dwigth Eisenhower, comandante supremo de las fuerzas aliadas en Europa, llegó al campo de concentración de Buchenwald en 1945, vio de primera mano los horrores cometidos por los nazis, quiso que el mundo lo supiera. Envió un cable al secretario de Estado norteamericano, George Marshall, pidiendo traer miembros del Congreso y periodistas a los campos de concentración recién liberados, para que pudieran llevar la horrible verdad de las atrocidades nazis al pueblo americano.
Eisenhower ordenó que todos los pobladores alemanes que vivían cerca de los campos de concentración, recorran dichos lugares para ser testigos del infierno que se vivió en ellos. Eisenhower decía que el mundo tenía que ver con sus propios ojos lo que pasó, ya que, si él lo contaba, nadie le creería.
El pueblo que no conoce su historia, está condenado a repetirla. Lampadia