Uri Landman
Para Lampadia
Una de las noticias que pasó casi desapercibida la semana pasada, fue el anuncio por parte del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, del inicio de la elaboración del estudio definitivo de ingeniería, de lo que será la nueva carretera central.
A pesar que la presidenta Boluarte realizó dicho anuncio con bombos y platillos, nadie le prestó atención, en medio de los escándalos por las declaraciones de Jaime Villanueva. El ex asesor de Pablo Sánchez y de Patricia Benavides, confirmó lo que muchos de nosotros sospechábamos, pero que nunca tuvimos las pruebas: la fiscalía dejó de ser un organismo autónomo, que persigue el delito dentro del sistema judicial, para convertirse presuntamente, en una organización criminal para perseguir a los enemigos políticos de los caviares.
Con la llegada de Patricia Benavides, ahora suspendida, el equilibro de fuerzas cambió de manera radical. Benavides, cometió el error de pensar que podía llevar el Ministerio Público como lo habían hecho sus antecesores, solo que esta vez para hacer algo bueno: perseguir el verdadero crimen. Sin embargo, los caviares no se lo permitieron y utilizaron a Villanueva para exponerla. Ellos no contaron con un resentido Villanueva, quien también expondría con lujo de detalles, su vulgar “modus operandi” de los últimos veinte años.
Las dudas que teníamos sobre quién manda ahora en el Ministerio Público se disiparon rápidamente. Lejos de suspender a todos los involucrados en las declaraciones de Villanueva, el actual Fiscal de la Nación, Juan Carlos Villena, abrió investigación a Patricia Benavides, Pablo Sánchez, Rafael Vela, la congresista Ruth Luque y el prófugo Vladimir Cerrón. Pregunto: ¿por qué no están incluidos Gustavo Gorriti y Domingo Pérez en las investigaciones? ¿Por qué la JNJ abrió una investigación preliminar contra Sánchez, ¿Vela y Pérez, en lugar de suspenderlos rápidamente como lo hizo con Benavides? Eso se llama doble rasero.
Aunque sea difícil, debemos poner de lado todos estos escándalos políticos y enfocarnos en sacar adelante al país.
Si bien la construcción de una nueva carretera es un paso al futuro, en el caso específico de la Carretera Central, no creo que sea el modo más eficiente de resolver el problema de comunicación con el centro del país. Aquí les explico mis razones.
El proyecto de la nueva carretera central anunciado por el MTC, tendrá un costo de 24 mil millones de soles, convirtiéndose en el proyecto de obra pública más caro de la historia. Por otro lado, según el MTC, toda la obra estaría concluida para el año 2031. Desde ya les puedo asegurar sin temor a equivocarme, que este proyecto no estará terminado con el monto presupuestado ni en la fecha indicada.
No hay duda que se requiere mejorar la conectividad de Lima con el centro del país y que la actual carretera central está colapsada. Sin embargo, si solamente se construye una nueva carretera, será una solución parcial y no completa.
Si revisamos el actual proyecto, veremos que nuestro país está apostando por una solución que ha sido abandonada por los países desarrollados desde hace décadas. En países avanzados, el mayor movimiento de pasajeros y de carga, es a través de trenes y no de autos, buses o camiones.
La pregunta es: ¿Por qué no se implementa un servicio de transporte de pasajeros y de carga desde Lima hasta Huancayo?
Si bien el diseño del tramo actual del ferrocarril central no es el óptimo, con una inversión muchísimo menor a los 24,000 millones de soles, se podría construir una nueva línea de tren para dar este servicio.
Imagínense subir a un tren moderno, cómodo y rápido en la estación central de Lima y que luego de dos o tres horas de viaje lleguemos a Huancayo, sin tráfico, sin demoras y sin contaminación. En países europeos, la norma es el transporte de personas y de mercancías a través de trenes y no de vehículos como bien sabemos los que hemos viajado en el AVE español o el TGV francés.
Si tuviéramos un servicio rápido y eficiente de trenes entre Lima y Huancayo, se descongestionaría la actual carretera central de manera inmediata. Por supuesto, esto no le conviene a los miles de empresas de transporte de pasajeros y de carga que brindan este servicio, ya sea de forma legal o ilegal y que seguramente son los principales opositores a la idea de un servicio de trenes.
La construcción de la nueva carretera central, probablemente solucionará en parte el problema de congestión de la actual y de la conectividad entre Lima y el centro del país; sin embargo, representa una visión miope y equivocada de la solución a un problema.
Por último, les pregunto desde esta columna a los ingenieros franceses que están desarrollando el proyecto:
¿Por qué no construir una carretera con tres vías en cada sentido en lugar de dos? Bien saben que el costo del proyecto se incrementaría de manera marginal, sin embargo, le estaría dando una vida útil adicional de veinte o treinta años.
¿No creen que el tráfico por la nueva carretera central se incrementará con el tiempo y que dos carriles quedarán insuficientes como ya sucede en la Panamericana sur?
Nuestro país tiene un gravísimo problema de corrupción, pero es peor todavía el problema de falta de visión. Lampadia