Facebook de Sonia Goldenberg
Publicado en Caretas, 18 de Mayo de 2017
Un encuentro con los famosos buscadores de nazis. Con Macron en Les Marais. Testimonios sobre Luis Banchero y otra vez la pregunta: ¿fue por denunciar a Barbie que lo asesinaron?

París, 3 de mayo.- Días antes de ser elegido presidente, Emmanuel Macron visitó el Memorial de la Shoah en el barrio Le Marais. Inaugurado el 2005 por el Presidente Jacques Chirac, tiene un muro con los nombres grabados de todos los judíos que fueron deportados de Francia durante la ocupación y enviados a los campos de exterminio.
La presencia de Macron fue especialmente significativa, pues su contrincante Marine Le Pen es hija y heredera del partido de ultra derecha fundado por Jean Marie Le Pen, quien afirmaba que el holocausto nazi, donde fueron exterminados 6 millones de judíos, fue tan solo un pequeño detalle en la historia de la Segunda Guerra Mundial. Marine no llega a los extremos de su padre, pero persiste en negar el pasado colaboracionista de Francia y critica duramente al nuevo presidente por haber pedido perdón por los actos de barbarie que los franceses cometieron en Argelia.

Macron estuvo acompañado por Arno Klarsfeld, famoso abogado parisino e hijo de los legendarios caza-nazis Serge y Beate, cuyo mayor logro fue la captura y juicio de Klaus Barbie, el ‘Carnicero de Lyon’, responsable del asesinato del líder de la resistencia Jean Moulin y de enviar a miles de judíos, incluyendo a muchos niños, a las cámaras de gas.
CON LOS KLARSFELD
Con motivo del 30 aniversario del célebre proceso en Lyon, se exhibe ahora en el Memorial una muestra sobre Barbie. Fui a verla y encontré en una pared un artículo con este titular: “Klaus Altmann está vinculado al crimen de Banchero”.
Al día siguiente, los legendarios Serge y Beate Klarsfeld me recibieron en las oficinas de su fundación, una hermosa casa con grandes ventanales, alojada en un típico patio parisino. Me confirmaron que dieron con el paradero de Barbie gracias al empresario peruano Luis Banchero Rossi y a un periodista alemán que trabajaba para él, Herbert John. Fue el 28 de diciembre de 1971 cuando Banchero y John les avisaron que Barbie se encontraba en ese momento en Lima bajo el nombre de Klaus Altmann, y que estaba hospedado en la casa de Friedrich Schwend, vecino de Banchero en Chaclacayo. Tres días después, Banchero fue asesinado.
Albert Brun, corresponsal en Lima de la AFP, le dijo a Marcel Ophuls en su documental “Hotel Terminus, La vida y el tiempo de Barbie”, que en los primeros días de enero de 1972 recibió una llamada de París con el encargo de fotografiar a Klaus Barbie, quien se encontraba en Lima con el apellido Altmann.

Brun buscó a Schwend –quien ya era muy conocido en ese entonces como “el nazi peruano”– y entrevistó a Altmann en su casa. Altmann sostuvo, con gran convicción, que jamás estuvo en Francia ni mucho menos en la Gestapo, y que era un simple capitán del ejército alemán. Hasta el experimentado Brun, según confesó a Ophuls, en ese momento le creyó. Para demostrar su inocencia, el periodista le pidió que se dejara tomar unas fotos.

Y así fue que Nicole Bonnet, esposa de Brun y fotógrafa del diario Le Monde, tomó la célebre foto de Barbie lustrándose los zapatos en la Plaza San Martín. Esta foto, que dio la vuelta al mundo, confirmó la identidad y paradero del ‘Carnicero de Lyon’.
Inmediatamente después, a solo un par de semanas del asesinato de Banchero, Beate Klarsfeld, quien tenía entonces 29 años, llegó a Lima con la intención de capturar al principal criminal de guerra nazi en Francia. Mientras bajaba del avión, Barbie escapaba a Bolivia por Desaguadero, escoltado por la policía peruana y según Brun, por instrucciones expresas del General Pedro Richter Prada, Ministro del Interior del General Velasco.
Klarsfeld vino acompañada de Ita Hallaunbrenner, cuyo esposo había sido torturado y fusilado por Barbie. Sus tres hijos, de 14, 8, y 5 años de edad, fueron enviados por órdenes del Jefe de la Gestapo a los campos de exterminio. Ambas dieron en Lima una conferencia de prensa alertando a la opinión pública internacional sobre los crímenes cometidos por Barbie y volaron a La Paz siguiendo a sus pasos.
Pero Altmann-Barbie permaneció en Bolivia, protegido por las dictaduras militares de Barrientos, Banzer y García Meza. En 1983, cuando Hernán Siles Suazo estaba en el poder y Francois Mitterrand era presidente, fue finalmente expulsado a Francia. En 1987 fue juzgado en Lyon y condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad.

BARBIE SCHWEND Y LA RED DE NAZIS
Después de la caída del Tercer Reich, Klaus Barbie, Friedrich Schwend, Josef Mengele, Walter Rauff y muchos otros criminales de guerra nazis llegaron a América Latina escapando de Alemania por la llamada Ruta de las Ratas. Lo hicieron protegidos por la CIA, la Cruz Roja Internacional y el Vaticano.
Barbie llegó a Bolivia en el año 1951, usurpando el nombre del rabino de su pueblo que murió en las cámaras de gas. Pese a ser el principal criminal de guerra reclamado por Francia, desde el fin de la guerra trabajó para la CIC, antecesora de la CIA. Era la Guerra Fría.

Schwend llegó al Perú en el año 1947 con el nombre de Wenceslao Turi. Fue el artífice de la famosa Operación Bernhard, que falsificó libras esterlinas para inundar los mercados y quebrar la economía de Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial. La operación fracasó pero Schwend se hizo de una buena fortuna. Pese a su alto perfil durante la guerra –reportaba directamente a Himmler y Kaltenbrunner– se sentía tan protegido en Lima que desde los años 50 usaba su verdadero nombre, pese a que tenía una condena de 20 años de prisión en Munich por el asesinato de un soldado italiano.
Fritz o don Federico, como se le decía amical y deferencialmente en Lima, tenía excelentes conexiones en la PIP, el SIE y era un doble agente que operaba simultáneamente para Alemania Oriental y para la BND de Bonn. Pese a que nunca tuvo mucha atracción mediática, Schwend era el gran articulador de la red de nazis que operaba en América Latina en tráfico de armas, compartiendo inteligencia militar, sirviendo a dictaduras militares y desestabilizando a gobiernos y partidos democráticos en la región.
Barbie venía al Perú con frecuencia a fines de los años sesenta y principios de los setenta, hasta que fue desenmascarado por Banchero. Era Presidente de la Transmarítima Boliviana, empresa naviera público-privada de un país sin mar que le servía de fachada para negocios turbios en sociedad con Schwend: tráfico de divisas, de armas e incluso narcotráfico. Fue gracias al escuadrón paramilitar de Barbie autodenominado Los Novios de la Muerte, que se instaló en Bolivia un narcoestado en 1981. Fue la etapa más siniestra y sangrienta de Barbie en América Latina, y merecería un capítulo aparte.
LOS NIÑOS DE IZIEU
Hay dos hechos medulares en el proceso contra Barbie. Uno fue el asesinato de Jean Moulin, figura de la resistencia solo comparable a la del General de Gaulle, quien fue torturado hasta la muerte por Barbie con sus propias manos. Pero el caso decisivo para su condena por crímenes de lesa humanidad fue la historia de los 44 niños de Izieu, que fueron deportados por orden de Barbie y murieron en las cámaras de gas. Entre ellos había un niño de tres años. Cuando llegó el camión de la Gestapo a buscarlos, los niños se fueron gritando, llorando y cantando “La Alsacia será para Francia”. Ninguno sobrevivió. Durante la Segunda Guerra Mundial, un millón y medio de niños judíos de Europa fueron asesinados, es decir, 9 de cada 10.

En mayo de 1944, pocos días antes del desembarco de los Aliados en Normandía, en el vagón número 76 estaban Claudine y Mina Hallaunbrenner, de 5 y 8 años, hermanas de Alexander Hallaunbrenner, a quien visité en un apacible departamento en las afueras de París. En el mismo tren viajaba una joven, Simone Jacob, conocida luego como Simone Veil, una de las grandes figuras políticas de Francia en el siglo XX.
UNA REFLEXIÓN FINAL
Nunca sabremos por qué Luis Banchero tomó la decisión de denunciar a Barbie. Pero fue el hombre más rico del Perú quien en la plenitud de la vida tuvo las agallas de reportarlo y merece un reconocimiento especial. Sería casi imposible a estas alturas demostrar lo que decía el titular del artículo exhibido en París: que Barbie estuvo vinculado con su muerte. Hay algunas pistas y muchas leyendas. Pero no puedo dejar de preguntarme cuál podría haber sido el destino del Perú si el empresario más talentoso, visionario y valiente que tuvimos no hubiera sido asesinado en el fatídico Año Nuevo de 1972.
