Sergio Bolívar
Para Lampadia
El lunes pasado despedimos el mes de julio, y apareció el logo “X” en nuestros móviles para reemplazar al recordado pajarito azul de Twitter. Elon Musk, actual dueño de la popular red social y la segunda persona más rica del planeta, dejó notar la fascinación que le produce esta letra “X”, la “variable desconocida”.
El famoso hombre de negocios e inversor de origen sudafricano empezó en 1999 con la empresa de pagos por internet X.com y la convirtió en una fortuna al fusionarla con PayPal.
Posteriormente, fundó SpaceX para ofrecer viajes al planeta Marte.
Al poco tiempo, apareció el coche modelo X de su empresa de vehículos eléctricos Tesla.
Le dio el nombre X AE A-XII a uno de sus hijos menores y acaba de lanzar su empresa de inteligencia artificial xAI.
Musk dijo que el pajarito azul dejó de tener sentido porque proyectaba el límite de los “140 caracteres que iban y venían”. Ahora, la “X” significaría una empresa que hace cosas completamente distintas al pasado. Sería un espacio de interactividad ilimitada para garantizar la libertad de expresión. Algo que permitiría en los próximos meses que accedamos a la “app de todo”, un concepto que el multimillonario ha descrito como la expansión de Twitter al uso de los servicios financieros y comunicaciones integrales. Es decir, abrir el abanico de posibilidades a potenciar las publicaciones con casi cualquier cosa como videos, audio, mensajería sin límite de caracteres, pagos/banca, y todo esto impulsado con la Inteligencia Artificial (IA). Si logra marchar bien, significa una versión Twitter 2.0 que incorporaría para el usuario mayor transparencia, menos bots, más usuarios, hacer pagos, reservar taxis, crear audiencias, diseñar la marca personal, etc.
Hasta que la promesa de Musk se cumpla, tal como diría cualquier usuario desarrollador: “ver para crear”. Mientras tanto, Musk ha logrado llamar la atención mundial por su dura batalla legal para adquirir Twitter a un costo bien oneroso; una vez adquirido, lo hizo que dejara de cotizar en la bolsa de Nueva York; su toma de posesión generó despidos masivos en Twitter y, hasta ahora, un sector de la izquierda mundial sigue ofuscado porque no entienden su éxito. También Matt Levine, columnista de Bloomberg, se preguntó: “¿Por qué Musk pagó $44 mil millones para adquirir la empresa si no quería a ‘sus empleados (despedidos) o su código (que destroza regularmente) o su marca (abandonada) o sus usuarios más dedicados (a los que está tratando de ahuyentar)?’”. Los últimos días, algunos medios, autoridades y políticos de EEUU y Europa con tendencia izquierdista califican a “X” como “un arma de destrucción masiva”, “una red social que llena la pantalla de gente que desprecias” o “el vivero perfecto de la extrema derecha”.
Si despersonalizamos el asunto, “X” aún tiene muchos desafíos más concretos desde que Musk adquirió Twitter en octubre de 2022. ¿Cuál ha sido el verdadero objetivo de la compra? Muchas veces las empresas se compran por motivos que no tienen un sentido comercial, tal como sucede en el fútbol. Los despidos masivos fueron más una preocupación a la mirada externa que interna. Musk parece tener un equipo de confianza para formar la nueva cultura corporativa con quienes se quedaron. Parte de la mitad de Twitter será reclutada por Threads de Meta, la reciente competidora que fundó Zuckerberg, u otras apps similares a Twitter. Todo depende si logran despegar. Por ejemplo, causó sorpresa que Threads consiguiera 100 mil usuarios en pocos días, pero así como los ganó, perdió el 70% a la fecha.
Respecto al valor intangible de la marca que está en la reputación y la propiedad intelectual del pajarito azul, parece que Twitter busca establecerlo en X por medio de una transformación auténtica. Millones de norteamericanos siguen usando la red social, a pesar de que hayan perdido algunos usuarios y anunciantes. Desde la compra de Twitter, el 23% de la población adulta norteamericana usaba la red social. Según una encuesta reciente realizada por Pew Research Center, reconocida por su neutralidad, a pesar del descenso en el volumen de Tweets, 8 de cada 10 de los usuarios activos continuaron después de la adquisición. Sin embargo, han aumentado los republicanos que afirman que la plataforma es buena para la democracia.
La conciencia mundial respecto a las últimas campañas electorales norteamericanas y el mal uso que dieron a las redes sociales pueden generar un sentimiento positivo a las políticas actuales de “X”. Por ejemplo, se han relajado algunas políticas que incitan al odio y eliminaron la política que prohibía la desinformación sobre el COVID-19. También se anunció que la empresa cobrará 8 dólares para otorgar la marca de verificación azul, que antes solo era de acceso elitista para celebridades y personas notables. Finalmente, lo más determinante, ha sido restaurar todas las cuentas prohibidas como Trump, Jordan Peterson, The Babylon Bee, Kathy Griffin y otros.
En el Perú experimentamos la politización de las redes sociales durante las marchas contra Merino y numerosas crisis políticas que estuvieron muy presentes en Twitter hasta ahora. Cada caso o suceso de crisis política de similares características que ocurra en el país a partir de ahora pueden arrojar unas métricas distintas en “X”. Los académicos y polítogos caviares han venido sosteniendo que twitter era transparente. Tendremos que comprobarlo. Las redes sociales son un instrumento de comunicación política y restaurar la libertad de expresión significa no dejar simplemente el trabajo a los bots, algoritmos y demás. Musk lo vio y si logra su objetivo puede lograr el sueño de la “super app”. Lampadia