Actualidad
Sergio Bolívar
Catedrático de la Facultad de Comunicación e Imagen de la UPC
Director General de Andina Consultando SAC
Para Lampadia
El nuevo gabinete de Castillo da la percepción de que nada cambió para el país. En sus primeras declaraciones, el recién nombrado ministro de Economía, Kurt Burneo, dijo que la prioridad a corto plazo está en restituir la confianza de los agentes económicos. Sin entrar en los detalles sobre cómo lograrlo, el ministro Burneo augura la misma dirección en la política económica con un énfasis en los programas sociales y la entrega de bonos. Nada extraño en Burneo porque sigue su intuición y experiencia como ex-ministro de la Producción de Humala y ex-viceministro de Hacienda de Toledo.
El daño económico causado por Castillo requiere de una fuerte promoción de las inversiones para recuperar la anhelada confianza de mercado. Tal como ha sucedido en los gobiernos pasados, Burneo debe trabajar en equipo junto a otros ministros que estén comprometidos con la productividad para generar empleo. Dado que el aumento de la informalidad alcanzaría más del 77% para el 2022 según Maximixe, las políticas públicas para remediar la situación serán complejas y demandan un equipo con múltiple expertise que trabaje unido desde los sectores de la producción, turismo, comercio, energía, minería, transportes y vivienda.
Los peruanos hemos presenciado hasta el hartazgo que Castillo no sabe gobernar y, por ende, no atrae a los talentos para hacerlo, ni lo desea. El gobierno quiso hacer maravillas con un solo ministro que sirviese para promover las inversiones. El ministro Graham hizo reflexiones en solitario a favor de la inversión privada, procuró hacer lo posible por mantener una conducta fiscal razonable e, inclusive, libró algunas escaramuzas en contra de las barbaridades que ocurrían en otros sectores. Finalmente, Graham no pudo impedir muchos disparates y tiró la toalla.
El problema de recobrar la confianza de los inversionistas radica en la pobre reputación moral que tiene el gobierno y su gestión en la mayoría de sectores productivos. Los representantes del gobierno encargados de las obras públicas de transportes, salud, educación, vivienda, PetroPerú y otros, están envueltos en investigaciones fiscales, controversias y denuncias. Si no existe orden y comportamiento ético dentro del país, no es posible proyectarse adecuadamente al mundo. El Perú depende de sus relaciones económicas y tratados comerciales con el exterior. Además, tenemos más de 7,300 micro y pequeñas empresas dedicadas a la exportación, cuyos empleados han pasado en promedio al 50% de subempleo porque perdieron sus ingresos desde la pandemia, lo que se ha agravado por lo ocurrido en el actual gobierno. En resumen, más trabajadores peor pagados por la responsabilidad del sector público y no del privado.
Muchos inversionistas tienen una percepción similar a la publicada por The Economist, el 29 de julio, que titula «Perú se vuelve aún más volátil bajo Pedro Castillo». La imagen internacional indica que el caos se ha convertido en la norma. Sin excusa alguna, la solución jamás pasó por el nombramiento de nuevos ministros de economía o gabinete. Ahora Burneo se encuentra sólo, sin cuadros profesionales de otros sectores que aborden el asunto sobre cómo recuperar la confianza empresarial. Este es un reto complejo teniendo en cuenta las recientes impresiones de la agencia crediticia Moody’s «todos los poderes del Estado están sucumbiendo a medidas populistas y cortoplacistas extremadamente irresponsables para el desarrollo».
Desde la perspectiva legal interna, las desmedidas contrariedades provocadas por la restituida ex-titular de Trabajo -ahora en Cultura- y continuadas por su sucesor, como la eliminación de la tercerización y el poder excesivo otorgado a los sindicatos, son sencillas de solucionar si el Ejecutivo recobra el rumbo correcto. Sin embargo, hoy en día tener el título de ministro se ha desvalorizado. Tal es así, que termina produciendo vergüenza a quien alguna vez lo fue y era admirado como un cuadro experto por haber servido a su país. Por eso, estamos viviendo un síndrome de secuestrados por una pandilla de inmorales que debe terminar. El valor del servicio público debe ser prioridad del siguiente gobierno. Lampadia