Entrevista a Roque Benavides
Por Rafael Rojas Tupayachi y Carolina Díaz Pimentel
Revista Gestión
Glosada por Lampadia
“Mi padre estaría optimista convocando a más gente para que invierta en el Perú”
La visión retadora y equilibrada de su padre, Don Alberto Benavides de la Quintana, es resaltada por el presidente ejecutivo de Compañía de Minas Buenaventura cuando se refiere a lo que diría sobre la actual coyuntura de la minería peruana.
“Las minas son como los seres humanos: cada una es distinta, pueden ser altas, bajas, anchas, delgadas, lo importante es que sean rentables y que se pueda contribuir con la sociedad ubicada en el área de influencia”.
¿Qué diría Don Alberto Benavides de la Quintana al ver el escenario actual de la minería afectado por los bajos precios internacionales y por reclamos políticos y sociales que transmiten ruido para la inversión?
Como hijo estoy convencido de que él hubiese estado optimista. Él tuvo que pasar épocas muy difíciles, comenzando por haber fundado Buenaventura a los 32 años con una mano adelante y otra atrás. Por supuesto, haber pasado todas las décadas de 1960, 1970 y 1980, que fueron periodos perdidos en el Perú, donde hacer empresa era mucho más difícil de lo que es ahora.
Hoy día, el Perú es un país económica y jurídicamente estable, que podría crecer más rápido, podríamos estar mejor de lo que estamos. Sin embargo, creo que mi padre estaría, por supuesto, dando su opinión sobre lo que podría hacerse mejor, él no hubiese perdido el optimismo ni el equilibrio.
Buenaventura ha pasado épocas muy difíciles. Mucha gente no lo sabe, pero en 1993 vendíamos US$ 40 millones y debíamos US$ 40 millones. Nosotros hemos vivido épocas muy duras en el sector minero que, a Dios gracias, hemos podido pasar.
La sobrevivió a gobiernos militares, me imagino que también, por ese lado, habrán vivido una época dura…
Claro que las épocas del gobierno militar fueron mucho más duras. Recuerdo que, por ejemplo, en Buenaventura estábamos preocupados también por una nacionalización, porque, claro, se nacionalizó Cerro de Pasco, lo mismo pasó con Marcona, Southern se salvó porque ellos plantearon construir el proyecto Cuajone y eso sirvió para que los militares tuvieran un poco más de consideración, pero después de ellas venían las empresas fundadas en el Perú como Raura, Buenaventura y nosotros. En la década de 1970, decidimos desmembrar Buenaventura y se formó Compañía de Minas Orcopampa, Recuperada, y Buenaventura se mantuvo en el mismo lugar pensando un poco en cómo nos defendíamos de una nacionalización.
Imagínate, qué ociosidad de tener que estar pensando en esos términos, cuando es evidente que, en una empresa, cuando hay más de una operación, hay economías de escala, hay eficiencia. ¿Se pasó la época del gobierno militar? Claro, y, por supuesto, también se pasó la época del gobierno de Belaunde y el primer gobierno de Alan García con la inflación de 7,600 %. El Perú se destruyó con esa inflación.
En el contexto de las décadas de 1970 y 1980, los precios internacionales no eran muy altos y, sin embargo, en países como Chile, Australia y Canadá, los proyectos mineros salieron y nos sacaron ventaja, hablando en términos comparativos. ¿Esa es una demostración de que la inversión depende de otras variables?
Con la decisión de ir adelante con Cuajone en 1969, Southern le dice al gobierno del general Velasco “¡vamos adelante con Cuajone!”. Y por eso no se nacionalizada Southern Perú. La gente se olvida de eso. Desde 1969 y, luego, hasta 1993, que se toma la decisión de ir adelante con Yanacocha, no se toman nuevos proyectos mineros. Fueron 24 años. Hay gente que no concuerda con nosotros, que no están de acuerdo con la minería. Dicen que todo es producto de precios. Y, claro, lo que me dices en tu pregunta es clarísimo, que, no obstante los precios, en 24 años sí se desarrollaron proyectos mineros en varias partes del mundo.
Gran parte de la gente no entiende que el éxito de la minería parte de las eficiencias y de los costos, no de los precios. La minería, para los economistas, es una industria tomadora de precios. Nosotros no influimos en el precio. Lo único que podemos hacer es influir con nuestros costos, pues estamos en el primer y segundo cuartil de la tabla de costos a nivel mundial, porque no hay industria más global que la minera.
En ese sentido, el Perú tiene las potencialidades y lo que necesitamos como país es generar esa competitividad que se conoce como electrificación, carreteras, telecomunicaciones, lo que termina por influir en una producción a costos menores. Mucha gente no entiende eso. La minería es un clarísimo caso de industria globalizada tomadora de precios y que lo único que controla –y hasta cierto punto– son sus costos y sus eficiencias.
Conga podría salir en asociación con Galeno o con Michiquillay para ver si es que se realiza en conjunto. ¿Qué planteará para rescatar ese proyecto tan importante?
En el caso de Conga, creo que se perdió una oportunidad de construir reservas, de generar actividad económica en una zona deprimida del Perú, pero, principalmente, creo que hacia el futuro tenemos que ver la posibilidad de tener los grandes yacimientos de cobre del norte del Perú. Hay que entender que en el norte del Perú está La Granja, Michiquillay, Galeno y Conga. Los tres últimos están en un círculo de unos 30 a 40 km, y podrían desarrollarse en conjunto y generar economías de escala.
A mí, me suena que tiene todo sentido generar economías de escala y, finalmente, desarrollar un gran proyecto que nos permita, además, mejorar toda esa infraestructura que tanto se necesita. Dentro de la autocrítica que hay que hacer, quizás no se comunicó bien el proyecto Conga, no se mostraron todos los beneficios adicionales a la producción que podía traer y, quién sabe, también faltó el Estado, que no nos acompañó de manera más firme.
¿Y esa iniciativa de hacer esta unión de proyectos partiría de Buenaventura?
Nosotros la respaldaríamos definitivamente. Habrá que ver los tecnicismos y los aspectos económicos de juntarlo, pero, evidentemente, entre Conga y Galeno es clarísimo qué se puede hacer. Con respecto a Michiquillay, de repente se puede hacer una gran planta procesadora en un punto geográfico intermedio entre los tres proyectos. La Granja es un proyecto de una magnitud enorme, que podría desarrollarse por sí solo, pero los cuatro justificarían la construcción de un ferrocarril que nos podría llevar hasta Paita. Puede salir de la zona de Cajamarca y llegar a Piura. ¿Ustedes se imaginan la cantidad de actividad económica, de comercio, que podría haber? En el Perú, no hemos desarrollado ferrocarriles, ese era otro de los grandes sueños de mi padre. Él creía firmemente en los ferrocarriles, y, por supuesto, en los reservorios y en contribuir con más agua, sembrar agua, no quitarle agua a nadie.
Sobre todo, también es importante que se mencione, en esta entrevista, que mucha gente cree que la minería consume mucha agua. El Perú, de acuerdo con la Autoridad Nacional del Agua (ANA), consume el 1% del agua de la lluvia de un año. De ese 1%, la minería consume el 1%. En otras palabras, la minería consume el 0,1% del agua de lluvias de un año todos los años, o sea nada, y podría contribuir a construir reservorios como El Perol o como el reservorio de Pillones, que se construyó para el proyecto de Cerro Verde. Estos tienen la virtud de que no solamente le dan agua a la mina, sino que también le dan agua al valle.
En los próximos cinco años, ¿qué características tendría que tener el gobierno para ser promotor de la inversión privada?, ¿qué escenario desearía tener en estos cinco años para decir “vamos a meterle a la inversión productiva”? En general, no solamente para el empresario minero.
(…) lo que esperamos en los próximos cinco años es que haya mucha más confianza entre el sector público y el sector privado. Creo que parte de todos estos problemas que hemos vivido en estos últimos años es que no hemos tenido mucha confianza entre el sector privado y el sector público.
Espero que en los próximos cinco años haya mucha más confianza en el sector privado. Hay que entender que la empresa privada no es la vaca a la que hay que ordeñar todos los días, sino el caballo percherón que hay que alimentar todos los días porque tiene que jalar una pesada carreta, que es la economía nacional. Eso lo decía Winston Churchill, no lo digo yo. No pensemos en ordeñar la vaca; pensamos en ese caballo. Eso es la empresa privada. Hoy día, no es una cuestión mercantilista, es una cuestión de integración de la sociedad: mientras más mercado, más beneficios.
¿Qué país visualiza para el bicentenario? ¿Cuál es su perspectiva?
En cuanto a la minería, para el 2021, esperamos llegar a conciliar criterios con las comunidades. Si logramos un Estado con una gestión mucho más positiva y eficiente, creo que vamos a tener un desarrollo mucho más armónico con el liderazgo de la minería, pero acompañado de todos los demás sectores. L