Por: Roque Benavides, Presidente del Directorio de Compañía de Minas Buenaventura
Gestión, 26 de febrero de 2020
ROQUE BENAVIDES EXPONE LA NECESIDAD DE CAMBIO: UNO EN LA FORMA COMO SE APROVECHAN LOS RECURSOS Y OTRO EN LA RELACIÓN CON LA SOCIEDAD
La minería formal y responsable es una de las columnas que soportan el crecimiento que registra la economía peruana desde hace tres décadas.
Si bien las estadísticas señalan que en el 2019 hubo un incremento de las inversiones en minería, lo real es que la producción minera y las iniciativas de exploración para hallar nuevos yacimientos en nuestro país están decayendo.
Soy un convencido de que el Perú es más grande que sus problemas y que la minería comprometida con la sociedad y el medio ambiente es una locomotora de desarrollo que puede ayudar a hacer justicia a miles de compatriotas del interior de nuestro país, principalmente en los Andes, que todavía se ven privados de desarrollo humano.
Pero para que ello sea posible, la industria minera tiene que seguir modernizándose y tener una correcta lectura de que el mundo está cambiando, por lo que es necesario adaptarse e innovar en todo sentido, desde la forma como aprovechamos los recursos naturales hasta en la manera como nos relacionamos con la sociedad.
Considero entonces que en el Perú tenemos que trabajar en cuatro aspectos esenciales para alcanzar una minería del futuro, que sea sostenible y que continúe siendo un aporte para el desarrollo del país.
1. Ser más competitivos
Lo que significa trabajar con tecnología e innovación para ser más productivos.
En el pasado, para producir 40 kg de cobre se necesitaba mover una tonelada de mineral. Hoy, para producir la misma cantidad, se necesita mover 24 toneladas, más agua y más energía, lo que significa un aumento considerable en los costos de operación.
Un reporte de Thomson Reuters del 2017 señala que los costos de operación aumentan año a año en el mundo. Solo en nuestro país el costo aumentó en 36% en dicho año. Esto se debe a varios factores. Entre ellos, la menor concentración de minerales, las constantes subidas y bajadas en los precios de los commodities, el encarecimiento de los equipos y las demoras en los trámites para sacar adelante los proyectos, entre otros.
Por ello, debemos enfocarnos en controlar mejor nuestros costos y aumentar la eficiencia en los procesos, y la tecnología es la mejor alternativa para lograrlo. La digitalización, los vehículos eléctricos, la recirculación del agua y las operaciones remotas, nos permitirán eliminar los tiempos muertos, aumentando la productividad y generando valor.
2. Promover la Responsabilidad Social Compartida
Eliminando el enfoque de empresa asistencialista y de la que todos dependen.
Trabajar pro el Perú y sacar de la pobreza a las poblaciones más vulnerables debe ser un objetivo común, y para ello todo los que estamos involucrados – Gobierno central, gobiernos regionales, gobiernos locales, comunidades, sociedad civil, universidades, ONG y empresas privadas- debemos cumplir nuestros respectivos roles. Este es un enfoque de Responsabilidad Social Compartida en el que la empresa es un actor más, un articulador, dicho de otra manera, que juntos con los otros actores nombrados anteriormente dialogan y trabajan juntos en objetivos comunes, en el bien común y el desarrollo sostenible del país.
Por ejemplo, los gobiernos, en sus diferentes niveles, deben asegurar un clima saludable para el entorno de negocios, regular y fiscalizar, pero a la vez incentivar las inversiones; las comunidades deben desarrollar capacidades para aprovechar las oportunidades de negocio que genera la llegada de una inversión empresarial; y las empresas mineras deben tomar decisiones integrando los aspectos económicos, sociales, ambientales y laborales. Todos, no solo las empresas, debemos ser socialmente responsables, en beneficio de las poblaciones más pobres del país.
3. Sembrar agua
Porque una gestión estratégica del recurso hídrico puede unir a la agricultura y a la minería.
Soy partidario de “Agro sí y mina también”. En el Perú, no falta agua, y eso nos debe tranquilizar en un contexto de severo cambio climático. Lo que nos falta es sembrarla y cosecharla, captando agua de lluvia y almacenándola en reservorios (como muy bien han hecho los arequipeños con su red de vastas represas), para luego compartirla con las comunidades, las actividades agrícolas y ganaderas y la mina, que además usa poca agua cuando aplica tecnología de tratamiento de aguas usadas y recirculación.
Captar agua en la aturas, almacenarla y luego compartirla para el consumo humano y las distintas actividades de la población es trabajar este recurso valioso con visión de cuenca y hermandad por el agua.
4. Superar la “tramitología” o sobrerregulación
Porque este es el camino para destrabar importantes proyectos, no solo mineros sino también energéticos, portuarios, aeroportuarios y de transporte público.
Mientras que en Chile un proyecto minero puede verse cristalizado en 24 meses, en el Perú hay que recorrer unos 100 trámites, entre permisos, autorizaciones y modificaciones a la normativa, para poder poner en operación una nueva mina. Y a ello se le deben sumar los problemas de conflictividad social y falta de respeto hacia las decisiones de las autoridades elegidas para tal fin, por parte de grupos que se oponen a la actividad minera.
El camino es difícil, pero las empresas peruanas y las que trabajan en esta tierra han demostrado que seguirán apostando pro el presente y futuro del Perú. No estoy de acuerdo con las voces que hablan de la maldición de los recursos naturales. Por el contrario, somos un país bendecido con recursos y hay que ponerlos en valor, con diálogo, tecnología y Responsabilidad Social Compartida. Autralia, Canadá Y Noruega lo ha hecho y alcanzaron el desarrollo. Nosotros, los peruanos, también podemos hacerlo. Hasta la próxima.