Romulo Mucho, Exviceministro de Minas
Gestión, 22 de agosto de 2017
El elevado grado de conflictividad social que estamos experimentando por estos días viene siendo afrontado por el Poder Ejecutivo en el marco de un olvido imperdonable: la generación de más riqueza. Más caja, diría yo. Si el dinero que el Estado tiene no alcanza para atender con calidad siquiera los servicios básicos de la población, lo lógico es que deba generar más ingresos. El presupuesto de 142,472 millones de soles es totalmente insufi ciente para mantener un Estado sano, teniendo un país lleno de recursos en minería, agro, pesca, gas, manufactura, biodiversidad, turismo e infraestructura, donde casi todo está por construirse. De esto no se escucha nada. Ni al presidente de la República ni a ninguno de sus ministros. Se contenta con anunciar que las exportaciones están subiendo y que pronto saldrán proyectos, y sobre lo bien que se habla del Perú en el exterior. Al Gobierno no se llega solo para saber gastar, se llega también para generar más ingresos. De lo contrario, siempre va a faltar dinero, y esto hará que se alimente una -hasta cierto punto entendible- impaciencia social.
La generación de ingresos como país debe ser manejada por quienes conocen a cabalidad todos los recursos y potencialidades que tiene nuestro territorio. Este proceso tiene que ser guiado por verdaderos líderes. El conferencista John Calvin Maxwell dice: “Un líder es aquel que conoce el camino, anda en el camino y muestra el camino”. A poco más de un año de Gobierno, el Poder Ejecutivo no está dando muestras de conocer el camino. No son pocos los ministros con excelente formación académica pero que jamás han andado el camino. La riqueza no es una constante en el universo. La riqueza se crea día a día, pero hay que saber crearla. Se tienen que manejar bien los indicadores de la relación de inversiones en diferentes sectores con el crecimiento porcentual y con la generación de puestos de trabajo formales, que es la que necesita el país.
Sabido es que la verdadera riqueza de un país está en la educación de su gente, en su capacidad innovadora, en el desarrollo de sus competencias para hacer investigación científica y desarrollar tecnología. Eso es lo que caracteriza a los países que son potencias mundiales y a los emergentes países asiáticos y nórdicos. Este es un “estatus” que honestamente en el corto plazo no estamos en capacidad de alcanzar. No le hemos dado la debida importancia a la educación de calidad para la mayoría de peruanos. Sin descuidar la educación y servicios de salud de calidad, por ahora no nos queda otro camino que aprovechar lo que tenemos a la mano: nuestros recursos naturales. Al aprovechamiento sostenible de la pesca, agricultura, minería y turismo mediante la inversión privada, tenemos que agregar el impulso a las mipymes, así como el desarrollo de la infraestructura en carreteras, vías férreas, puertos y aeropuertos. Nada de esto se escucha por parte del Gobierno. Por otro lado, la corrupción enquistada durante varias décadas en casi todos los niveles de gobierno no ha sido erradicada. Ha sido una construcción generacional perversa que hoy se refl eja en el “paquidérmico” accionar del Estado. Los cinco años de gobierno de Ollanta Humala representaron un retroceso, cuya inercia el actual Gobierno no está dando muestras de superarla. El desempleo sigue en aumento y gener consecuentemente mayor pobreza, mayor inseguridad ciudadana y mayor desigualdad social. Se requiere un punto de in- fl exión radical para poner en acción todo lo aprendido.