Rolando Arellano C.
Arellano Consultoría para Crecer
Lunes 8 de abril del 2024
Enviado a Lampadia
Patita lector, no te me distraigas y lee con cuidado este artículo. Te va a servir.
¿Se sintió el lector ofendido, o confundido, con la manera en que se dirige a él este columnista? Si fue así, quizás se siente igual cuando la persona del fast-food le dice “¿quieres mayonesa o kétchup?, su aseguradora le escribe “Hola Manuel, espero que te encuentres bien”, o el cajero automático le señala “no te olvides de retirar tu dinero”. No se preocupe pues no está solo, lo acompaña, entre muchos, el escritor español Javier Pérez-Reverte cuya columna “Tutee usted a su p… madre” (Patente de corso. Enero 2024) inspiró el título de la nuestra.
No es que tutear sea malo en esencia, pues yo podría decirle “patita lector” a un amigo cercano. El problema está en que al hacerlo indiscriminadamente se distorsiona la distancia debida en las relaciones sociales. Por ello sólo decimos hola a un desconocido y no lo abrazamos, o menos le damos un beso en la mejilla, como hizo el desubicado presidente Toledo con la reina Sofía de España. Y es por lo mismo que los racistas usan el tú de manera despectiva, y los desobedientes le faltan así el respeto al policía.
¿Qué eso está cambiando? Sí, y es normal que el lenguaje cambie. Por eso las parejas casadas ya no se tratan de usted, como era usual en el siglo XIX, y los jóvenes de la misma edad encuentran el tuteo más natural (antes trataban de usted incluso a sus padres). Es cierto también que cada sociedad marca sus reglas; que en Suecia el tuteo es común entre desconocidos, que en inglés el “you” no diferencia niveles y que en Río de Janeiro el “vocé” se complementa usando la tercera persona para respeto (”¿el señor sigue leyendo?”). Pero el que las cosas cambien implica que mientras duren deben respetarse.
Por otra parte, la empresa que permite, o peor, fomenta el tuteo, le está diciendo a su personal que el cliente es “su pata” y no “el rey” al que debe servir. ¿Cómo cree que se sentiría su cliente más importante si todos en la empresa lo saludaran con un “hola, qué me cuentas”? Y no se hable por cierto de los “horrores” de cartas y anuncios en donde se va y viene del tú al usted, sin misericordia con la lengua.
En fin, cuando dude de cómo tratar a alguien no conocido, piense que un “usted” es menos riesgoso que un tú. Y así no se expondrá a que les respondan con la frase que encabeza esta columna, o peor, con la de Pérez-Reverte. Les deseo una gran semana. Lampadia