¿Sirven de algo las campañas para estimular el ahorro como las que actualmente vemos que hacen instituciones como Scotiabank e Interbank? Creemos que sí, no tanto porque los peruanos no ahorren, sino sobre todo porque esas campañas pueden ayudar a mantener un sistema económico más saludable.
¿Ahorran los peruanos? Sí, pues nuestros estudios muestran que más de la mitad de las familias ahorran. Pero no lo hacen de la manera formal, con dinero depositado en una cuenta bancaria, sino con un ahorro al margen del sistema y en especies. Así fue que millones de familias migrantes construyeron sus viviendas, comprando poco a poco ladrillos, fierro y cemento, para construir, también poco a poco, ladrillo sobre ladrillo y piso sobre piso. Y hoy que han superado la pobreza, las nuevas clases medias del país siguen ahorrando para otros objetivos, como estudios para los hijos, amoblamiento del hogar y compra de vehículos, además por cierto para inversión en sus pequeños negocios.
El problema no está, entonces, tanto en que los peruanos no ahorren, sino que no lo hacen de una manera eficiente. El ahorro informal es inseguro, pues se guarda “debajo del colchón”, con todos los riesgos que eso implica. Además es poco estable, pues el dinero cercano tienta a gastarse en cualquier momento. Y, más importante aún, es que el dinero guardado así está dormido, sin uso y sin posibilidades de crecer. Por eso es bueno estimular el ahorro en una institución financiera formal, donde tiene seguridad, menor tentación al gasto, posibilidad de crecer con intereses (aspecto en el que tiene que esforzarse mucho más el sistema) y puede ser usado para financiar a terceros que lo necesitan.
Ahora, es cierto que la aparición del crédito ha disminuido la tendencia al ahorro, pero lo ha hecho solo para una minoría de personas. Así, menos de un tercio de los peruanos tienen acceso al crédito formal y por lo tanto ya no necesitan juntar todo el dinero para acceder a un bien. Pero eso no sucede sobre todo en las grandes mayorías, a las que el sistema financiero formal no ha logrado servir adecuadamente.
Pero más allá de promover su formalización, creemos que las campañas para promocionar el ahorro tienen aspectos positivos quizá más trascendentales. El primero es que es muy bueno que estimule en nuestra sociedad la frugalidad (base del ahorro), sobre todo hoy que son omnipresentes los estímulos para consumir más y gastar en bienes y servicios. Eso ayudaría a que el Perú no caiga en los excesos del sobreconsumo que se ve en sociedades más ricas. El segundo es que ellas pueden ayudar a contrarrestar la amenaza del sobreendeudamiento, que se empieza a observar en los indicadores económicos del país y que es muy nocivo tanto para prestamistas como para prestatarios. El tercero es que acciones así también ayudan a mejorar la imagen poco halagadora que sabemos tienen en la sociedad los bancos y el sistema financiero en general. Así, ellas muestran que esas instituciones también se preocupan por el bienestar de sus clientes en el largo plazo.
En fin, nos parece muy bueno que se utilice la fuerza emotiva de la publicidad, para mostrar que sacrificar el bienestar presente para tener un bienestar futuro mayor también puede ser ‘cool’. ¡Ahorren, caramba!
Publicado en El Comercio, 3 de marzo de 2014.