El comportamiento de la economía colombiana en el 2014 es diferente al del promedio regional. El crecimiento del orden de 5% del PIB durante el primer semestre del año supera con creces al de las principales economías latinoamericanas, y se compara favorablemente con el de las naciones emergentes del resto del mundo. La economía colombiana se está acelerando, mientras en otros países latinoamericanos se reduce el ritmo de crecimiento. Se estima que el crecimiento de México será inferior a 2% este año; el de Brasil inferior al 1%; y los de Argentina y Venezuela serán negativos. En Chile y Perú se proyectan tasas de crecimiento modestas.
Buena parte del desempeño económico colombiano actual se puede atribuir al diseño y la implementación de las políticas públicas. La acción coordinada de la política monetaria y la política fiscal ayudó a contrarrestar la disminución de la demanda externa. La estabilidad macroeconómica permitió impulsar la inversión pública en obras civiles, sin temor a provocar presiones inflacionarias. Si bien el Banco de la República ha empezado a hacer ajustes graduales, tendientes a elevar la tasa de interés de intervención, la postura monetaria sigue siendo expansiva.
La inversión en infraestructura y el aumento del consumo de los hogares están estimulando la actividad económica. La generación de empleo resultante se traduce en la expansión del merado interno. Gracias a una inflación baja y estable, la política monetaria y la política fiscal han podido actuar de unísono para enfrentar un entorno externo poco favorable con medidas anticíclicas.
Los factores de mediano y largo plazo incluyen las directrices estructurales que establecen el marco dentro del cual se formulan las políticas sectoriales y se adoptan las medidas de tipo coyuntural. En materia económica, se ha ido logrando en el país lo que Álvaro Gómez Hurtado denominaba ‘un acuerdo alrededor de lo fundamental.’
[Ese “acuerdo alrededor de lo fundamental” al que habría llegado la sociedad colombiana que ha tenido largos años de sufrimiento por el terrorismo y el narcotráfico, es justamente lo que no hemos logrado aún en el Perú. Los sufrimientos de los peruanos han sido aún mayores que los de nuestros vecinos, porque no sólo tuvimos terrorismo y narcotráfico, sino que además, apagamos las luces del país durante 30 años en que se prohibió la inversión privada vinculada a los recursos naturales. Esto nos empobreció, generamos exclusión y profundas desigualdades.
Tal vez la consecuencia más directa de la debilidad de nuestra clase dirigente es no haber sido capaz de aprender de nuestra historia y los desarrollos globales para lograr, como los colombianos, un proceso de convergencia hacia un mínimo de ideas compartidas que nos permitan asumir un destino común].
Ese acuerdo, forjado a lo largo de varias décadas por medio de un proceso de ensayo y error, incluye los siguientes elementos: La prioridad asignada a garantizar una inflación baja y estable; la necesidad de mantener la disciplina fiscal; la inserción en la economía internacional; y el compromiso de que las actividades estatales en el sector energético y el de suministro de servicios públicos corresponda a decisiones de carácter empresarial.
La estabilidad macroeconómica ha creado las condiciones propicias para alcanzar una trayectoria de crecimiento entre 4.5% y 5% anual. Crecer a tasas sostenidas de 6% o superiores requeriría modificar la estructura institucional, elevar el nivel de salud, así como la calidad educativa de la fuerza laboral, y mejorar la competitividad del aparato productivo del país. Esas reformas conducirían a elevar la productividad total de los factores en el mediano plazo.
La estabilidad sola es insuficiente para alcanzar tasas elevadas de crecimiento. Pero es un requisito indispensable. Haberla logrado no es poca cosa. Mientras se promueven las reformas pendientes, debe tenerse en cuenta que la estabilidad macroeconómica ha sentado las bases sobre las cuales se puede consolidar el crecimiento futuro.