El diario El País de España reproducía hace cuatro días un artículo escrito por los cuatro presidentes de los países que conforman la Alianza del Pacífico definiéndola como “un mecanismo de integración profunda e incluyente, con el objetivo principal de crear un espacio donde la libre movilidad de bienes, servicios, personas y capitales prospere”. Anunciaban la desgravación in-mediata del 92% de su inter-cambio comercial. Un avance fenomenal frente a décadas de infructuosas negociaciones en otros intentos de integración latinoamericana que han producido sensaciones que van de la frustración a lo sur real. La Comunidad Andina es hoy poco menos irrelevante, mientras el Mercosur se encuentra empantanado en medio de un vano intento de crear un espacio de integración cerrado al resto del mundo.
La Alianza del Pacífico—quizás la iniciativa peruana de política exterior más importante del último medio siglo—nace de una idea sensata de países que decidieron primero integrarse al mundo en lugar de apostar por la autarquía y una industrialización artificial dirigida desde el Estado. La Alianza es realista y será exitosa simplemente porque los países que la conforman decidieron ya hace tiempo firmar tratados de libre comercio y abrir su intercambio con los países industriales más avanzados. Hubiera sido absurdo que el proteccionismo entre nosotros nos obligara a importar desde aquellos países en lugar de comprar a nuestros vecinos, por la conveniencia de la liberación de aranceles que proveen los TLC (los economistas llaman a este fenómeno “desviación de comercio”; yo la llamaría comercio contra natura). Por ello, a partir de los TLC con EE.UU., Europa y Asia, la liberalización bilateral entre los cuatro países de la Alianza marchó con mayor rapidez.
Cuando el presidente García lanzó la propuesta para una “integración profunda” con Colombia y Chile la reacción de México fue inmediata: pidió unirse al grupo no sólo porque compartía con los otros tres países políticas económicas similares, sino por su preocupación por descuidar su relación con Sudamérica, frente a un Brasil cada vez más asertivo en la región.
Hoy existen en los cuatro países producciones industria-les de calidad mundial y precios competitivos que podrán complementarse para crear una importante plataforma exportadora de productos e insumos al mundo desarrolla. Insumos producidos en los cuatro países deberán considerarse como nacionales al ser incorporados a pro-ductos que se intercambien al interior de la Alianza.
Más importante aun será negociar con los países desarrollados con quienes los países de Alianza han firmado TLC, para que cada uno de los cuatro países pueda utilizar indistintamente productos e insumos producidos dentro de la Alianza en sus exportaciones que gozan de acceso preferencial a los mercados de EE.UU., la Comunidad Europea o el Asia, con quienes ya tiene firmados TLC. Habremos generado una formidable estructura industrial exportadora.
Publicado en Perú 21, 13 de octubre de 2013