El procesado ministro Daniel Urresti nuevamente quiere pasar yeso por coca. Nos vende humo. Disfraza a unos jovencitos, a lo Pedro Navaja, con gorra, lentes oscuros y zapatillas, y con apenas tres semestres de formación. Y, luego, nos dice que son ¡policías de élite! ¿Nos engaña? Sí. ¿El sabe que nos engaña? Sí. ¿Por qué nos engaña? La Ley Orgánica de la Policía establece que las Escuelas de Educación Técnico Profesional de la Policía podrán otorgar el título de “técnico profesional en Ciencias Administrativas y Policiales” a quienes hayan concluido tres años de estudios obligatorios. Solo en ese momento saldrán a servir con el grado de suboficial de tercera.
La última propuesta de Urresti, pues, es sacar policías a la calle con menos de la mitad de tiempo de estudios que la mayoría de carreras: un año y medio.
Avalar el argumento de que el suboficial completará los otros tres semestres que le faltan en la calle es irregular e irresponsable. Irregular porque –además de la Ley Orgánica de la Policía– la Ley del Régimen Educativo de la Policía Nacional, dada por este gobierno en diciembre del 2012, establece la obligatoriedad de cumplir seis semestres académicos. Es irresponsable porque expone a los estudiantes de policía a enfrentar riesgos para los que no están preparados, comprometiendo aún más la seguridad de los ciudadanos.
Lo que hace eficaz a un policía es precisamente su formación técnica. Durante esos tres años, el candidato a policía deberá formarse física y anímicamente para enfrentar situaciones límite; deberá dominar conceptualmente las complejidades del Estado y de las leyes, así como las diversas técnicas de investigación policial; tendrá que aprender de orden público, de seguridad ciudadana, de criminalística, de inteligencia, de nuevas tecnologías aplicadas al crimen, de comunicación, de administración, entre otras materias establecidas por la Ley de Régimen Educativo.
¿Entonces, el ministro sabe que nos engaña? Pues sí, pues este 6 de setiembre él mismo aprobó el Reglamento de la Ley de Régimen Educativo, que reafirma la obligatoriedad de seis semestres académicos para la formación de los suboficiales. ¿Cómo el ministro puede asignar a un grupo especializado como el Terna estudiantes que se encuentran en la mitad de su carrera? Acaso el ministro se dejaría operar por un estudiante de Medicina que apenas ha culminado la mitad de sus estudios? Estoy seguro de que no. ¿Entonces, por qué considera que un asunto tan serio como la seguridad ciudadana puede ser manejado por estudiantes que aún no saben cómo disparar? ¿Qué hacen las autoridades violando sus propias normas? ¿Ese es el ejemplo que dan a los jóvenes estudiantes?
Son estas contradicciones las que hacen que se desvalorice la función policial y que se pierda el respeto al uniforme. La solución ya la han dado otros expertos y también ministros del actual gobierno: debe reformarse la policía y su régimen laboral.
Ahora bien, ¿es posible reducir el proceso de formación? Sí, pero bajo condiciones que aquí no se dan. Es decir, elevando la calidad de los exámenes de ingreso y entregándole esa responsabilidad a una universidad de prestigio. Asimismo, reclutando alumnos con un mínimo de dos años de estudios universitarios y priorizando la calidad y exigencia académica.