Por Ricardo Valcárcel
(Gestión, 07 de Mayo de 2015)
Dos países enfrentados mortalmente en la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. y Japón, están hoy muy cerca de concretar un pacto de liberalización de sus mercados, en el marco del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) que se viene negociando. La reciente visita a EE.UU. del primer ministro, Shinzo Abe, y el empuje de Barack Obama al tema debe dar pronto sus frutos.
El TPP relacionaría preferencialmente a doce economías de tres continentes (América, Asia y Oceanía), miembros del Foro de Cooperación Económica Asia – Pacífico (APEC), que representan el 40% del comercio mundial. Aparte de los nombrados, los otros diez países del TPP son Chile, Brunéi, Nueva Zelanda, Singapur, Canadá, México, Vietnam, Malasia, Australia y Perú.
La TPP es muy importante para el Perú, pues consolidaría su política de Estado, de apertura comercial al mundo, que tantos beneficios nos ha brindado, siendo uno de los pilares de nuestro desarrollo. Ello en una circunstancia en que existe una pugna de divisas en el planeta, en el que cada país o bloque trata de protegerse devaluando su moneda para favorecer sus exportaciones y sus industrias. Tal refriega se está trasladando a batallas comerciales con la imposición de crecientes barreras arancelarias y paraarancelarias.
El Perú ya está sufriendo diversas fricciones comerciales, algunas de nuestros propios vecinos. Ecuador ha implantado certificados de reconocimiento y salvaguardias cambiarias que limitan las importaciones de productos peruanos. También Colombia y Bolivia están promoviendo otras barreras. Con ello se confirma el triste declive de la Comunidad Andina. Otro tanto sucede con los países del Mercosur, un ente cerrado que flota sin rumbo y con continuas disputas entre sus miembros.
Sin responder con similares medidas, ciertamente, el Ministerio de Comercio Exterior, que sostenemos con la tuya y con la mía, debe procurar, caso por caso, levantar toda barrera comercial que impida absurdamente nuestras exportaciones.
Hay otra razón significativa por la que el Perú debe apostar fuerte por el TPP y tratados semejantes, como el de la Alianza del Pacífico, y los de China y la Unión Europea. Ellos no solamente versan sobre aspectos comerciales, pues cubren también, entre otros, compromisos sobre asuntos laborales, inversiones, medio ambiente, servicios financieros, contratación pública, telecomunicaciones, coherencia regulatoria y competitividad.
Al obligarse con los tratados, el Estado peruano queda ligado a no desviarse del modelo de progreso con mercado abierto que tenemos ya por dos décadas, ante advenedizos que llegan al poder con ideas retrógradas o, peor, sin ideas. Hay que insistir en apartarnos de las políticas económicas de países como Venezuela, Brasil y Argentina, cuya cerrazón está mostrando ser un fiasco. Hay que olvidarse del socialismo del siglo XXI que con su populismo, corrupción y manejo autocrático, solo están provocando la debacle económica y social de sus pueblos.