Por: Ricardo León Dueñas
Expreso, 7 de marzo del 2024
Apenas estalló el escándalo del primer ministro Alberto Otárola el último domingo por la noche se pudieron apreciar todas las costuras de nuestra patética clase política. Un brulote en el que caímos todos por la aparente contundencia de un audio sumamente revelador de un premier calentón con una señorita. El audio en cuestión dejaba entrever cómo se manejan algunos asuntos al interior del Estado. Si bien al día siguiente la confusión fue total al conocerse que el picante dialogo amoroso entre Otárola y su amiga no fue cuando éste se desempeñaba como funcionario público sino de principios de 2021, lo cierto y real es que la dama sí era su amiguita y que también trabajó en el aparato estatal.
No pasaron ni 24 horas cuando se conoció que quien habría filtrado este audio era nada más y nada menos que un sujeto que sigue haciéndole mucho daño al país: el expresidente Martín Vizcarra. En su notorio afán de desestabilizar al gobierno de Dina Boluarte, el lagarto y su banda no habrían tenido el menor empacho en entregar un video descontextualizado a un medio de prensa televisivo (quien dicho sea de paso no lo corroboró) para deshacerse de Otárola, con una conversación que denotaba un evidente tráfico de influencias para favorecer a una amiga, todo apunta… con derechos.
Cómo si este desaguisado y sus actores no fuesen suficientes, también se involucró en la trama al ubicuo Nicanor Boluarte, hermano de la mandataria. Pues bien, toda esta animada telenovela turca acabó el martes en la noche con la renuncia de un aplomado Alberto Otárola, quien enfiló todas sus baterías hacia Vizcarra exculpando muy convenientemente a Don Nicanor. De paso, le dijo desubicado y majadero al canciller González Olaechea por haberse adelantado a su presentación a la prensa, cuando éste anunció un inesperado y sorpresivo relanzamiento del gobierno. El vocero del gobierno es el premier… Constitución dixit.
En todo caso con un nuevo premier, el abogado y ex ministro humalista Gustavo Adrianzén, este episodio no debe distraernos la atención de lo primordial: la remoción este jueves en el pleno del Congreso de varios de los miembros de una politizada Junta Nacional de Justicia. Una entidad cuyo nacimiento fue el parto de los montes y que hasta la fecha no ha cumplido en lo absoluto con las funciones para la que fue creada. La justicia va de tumbo en tumbo y los integrantes de este colegiado no dan pie con bola. Así, la arbitraria y abusiva suspensión de la fiscal de la nación Patricia Benavides sería el Waterloo de la JNJ y la razón por la que a algunos de sus integrantes los pondrían de patitas en la calle. Entretanto solo nos queda comprar canchita para una función estelar que se espera muy animada.