Entrevista a Raymond McCauley, Director del Departamento de Biotecnología en la Singularity University. Nací hace 50 años en Texas. estudié Ingenierpia Eléctrica, Bioquímica y Nanotecnología en las universidades de Texas A&M, Stanford y California. Soy un buen científico, pero me importa más ser el mejor padre para Harlam y Tren.
Por Renzo Giner Vásquez El Comercio, 26 de mayo de 2016
Robots, inteligencia artificial o modificación del ADN. Son cosas que han saltado de las películas de ciencia ficción al mundo real gracias, principalmente, a la biotecnología. McCauley es el encargado de ese departamento en la Singularity University, creada por Google y la NASA, entre otras instituciones, y con sede en Silicon Valley.
Usted prácticamente vive en el futuro…
Cuando era un niño amaba la ciencia ficción y moría por ver todas esas cosas pasar. Ahora puedo decir que estoy cerca de gente que inventa las cosas que leía o veía en TV. Lo más difícil ahora es describirle a mis hijos cómo será todo en el futuro. Cuando yo era pequeño sabía que crecería, iría a la escuela, conseguiría un buen trabajo. Ahora no sé cuán valido es eso, hay quienes no van a la escuela y tienen un negocio, otros son superinnovadores y ellos construyen el futuro.
¿Cuán difícil es que algo le sorprenda ahora?
Me gusta pensar y anticiparme a cómo será el próximo invento, generalmente acierto pero aún me sorprendo constantemente. En especial con lo rápido que las cosas se desarrollan. Algo que pensaba que saldría en 20 años sale en cinco o quizás ya lo están anunciando.
Se ha dedicado a investigar cómo la tecnología impacta nuestras vidas. ¿Cómo impactó en la suya?
A los 21 o 22 años me detectaron cáncer en el sistema linfático, tenía 1 de 3 oportunidades de vivir. Pasé los tratamientos y la mamá de mi novia, que era enfermera, me ayudaba a conseguir medicinas; pero había leído los libros de esa época y todos decían que estaría muerto en poco tiempo. El mismo cáncer ahora tiene el 80% de oportunidades de sobrevivir. Es un gran ejemplo de cómo la tecnología hace que eso pase de ser algo que seguramente te matará a algo que probablemente sobrevivirás. Estoy seguro de que en el futuro el cáncer será como la gripe. Tendrás que medicarte, probablemente ir al hospital, pero si es detectado temprano estarás bien.
Fue uno de los fundadores de BioCurious, una plataforma que busca democratizar la información sobre tecnología. ¿Por qué hacer eso?
Porque todas las grandes preguntas de los próximos años incluirán sistemas complejos que se responderán de forma interdisciplinaria y nosotros como ciudadanos estamos obligados a saber qué vamos a permitir y qué no. Si no lo hacemos, solo es- cucharemos a un tipo y esa no es una buena forma de llevar adelante a una sociedad. Vivimos en el futuro, casi todo es posible ahora.
¿Cómo desarrollar la siguiente generación del ADN?
Usted fue parte del equipo que lo logró. Sí. Entré a Illumina como ingeniero, cuando llegué llevaban cerca de 13 años trabajando en ese proyecto y habían tenido fallas, por lo que muchos desconfiaban sobre si funcionaría. De repente todo les comenzó a funcionar y tuve que ayudar a crear los sistemas de cómputo que usarían para el estudio de las reacciones e interfaces químicas y diferentes análisis. Cuando llegué invertían US$100 millones en secuenciar el genoma humano, después de un par de años el costo bajó a US$1 millón y antes de irme costaba 10 mil o 20 mil dólares. Nadie creía que la tecnología avanzaría tan rápido y es algo que hasta ahora nos sorprende.
¿Cuán importante es para un inventor equivocarse?
Generalmente, los errores son mejores que los aciertos. Es muy raro que alguien llegue con un gran invento en la cabeza, lo haga y salga todo bien. Los grandes inventos y descubrimientos vienen de alguien que antes destruyó o explotó algo.
¿Cuál es el gran reto?
Son muchos. Debemos encontrar la forma de que la gente siga pensando como niño por más tiempo. Que mantenga esa curiosidad hasta los 20 o 30 años. Si no lo hacemos, si seguimos trabajando en la “opción más segura”, no podré usar el iPad 27 a los 70 años porque el Alzheimer me lo impedirá. Si cambiamos ese pensamiento, si decidimos arriesgar, descubrirán la cura para todo y todos podrán celebrar los 120 años de sus abuelos yendo a surfear con ellos [risas].
Lampadia