Raúl Delgado Sayán, Presidente CESEL Ingenieros
Para Lampadia
Llegando ya a las postrimerías de las intensas lluvias del denominado “Niño Costero” y por consiguiente próximos a poder levantar un inventario preciso de los daños causados en el país por este fenómeno natural, corresponde ahora pasar al cómo hacemos la reconstrucción.
¿Cómo enfocar entonces la reconstrucción?
Lo primero es que adoptemos criterios uniformes definidos de lo que buscamos para que no vuelva a ocurrir, además de los dispositivos de carácter legal que permitan, con la debida transparencia, que se tomen acciones rápidas de tipo “Fast Track” (diseño-construcción), que con todas las garantías del caso de una buena ingeniería garantice: la funcionabilidad; seguridad; durabilidad y resistencia de lo que se construya para este tipo de fenómenos de riesgo no previstos en las ciudades, pero sin dejar de considerar el otro fenómeno de riesgo al cual está expuesto nuestro territorio y cuyas pérdidas de vida pueden ser exponenciales como lo es un terremoto severo por encima de 8 en la escala de Richter.
La solución por el método “Fast Track”, que es de rápida ejecución muy utilizada en inversiones del sector privado, va a ser también compleja, porque habrá muchas sorpresas en el terreno mismo causadas por distorsiones del propio fenómeno, que obligarán a tomar decisiones en campo durante la ejecución. Para ello hay que tener una capacidad institucional y actores muy experimentados, teniendo al costado de ellos también profesionales del Sistema Nacional de Control que avalen como correcto y den fe de lo que se está haciendo. El marco legal actual de contrataciones públicas no ayuda mucho en esto, porque ni siquiera reconoce el sistema “Fast Track”. En síntesis lo que habría que hacer de manera muy rápida sería lo siguiente:
- En localidades afectadas hacer un levantamiento preciso de daños en todos los sectores.
- Clasificar los daños en dos categorías:
a. Daños no reparables que requieren demolición, y
b. Daños reparables utilizando las mismas construcciones pero rehabilitadas.
Este inventario va a ayudar no solo a una estimación más certera de los recursos necesarios, sino también la determinación precisa del esfuerzo multidisciplinario necesario para acometer esta reconstrucción. Ello nos va a permitir zonificar áreas específicas que multisectorialmente permitan un adecuado gerenciamiento a través de empresas multidisciplinarias de ingeniería que puedan gerenciar, por mandato de una organización estatal dependiente del nivel nacional PCM, en los casos que la magnitud de la reconstrucción sea considerable o que los niveles regionales o locales no puedan atender por estar lejos de lo que ellos ejecutan; todo ello dentro de una programación priorizada de obras multisectoriales debidamente programadas con soluciones técnicas de buena ingeniería y con un control de ejecución y de gasto coordinado con los respectivos niveles de gobierno y con una veeduría del Sistema Nacional de Control.
Tenemos desde el punto de vista de daños aquellos que han sido causados principalmente por lo siguiente:
- Acción de huaycos causados por las lluvias y su escorrentía de las partes altas, que es un fenómeno conocido, con quebradas identificadas producto de las grandes torrenteras activadas por lluvias de gran intensidad.
- Desborde de ríos por aumento inusual de su caudal y por invasión del cauce por terceros, y
- Carencia de drenajes y falta de preparación de ciudades para evacuación inmediata de aguas pluviales.
¿Quién debe hacerlo y cómo debe organizarse?
El Estado como tal, en sus tres niveles de Gobierno, no está preparado para hacerlo. Es más, inclusive las dependencias del Sector Público del Gobierno Nacional, que son institucionalmente más fuertes, están organizadas sectorialmente en Unidades Ejecutivas diversas, pero de un solo sector en cada caso y esto requiere presencia y conocimiento multidisciplinario.
Es posible que en este caso pueda no ser muy eficiente el uso de las APPs u Obras por Impuestos. Ambas son lentas y los participantes privados no son organizaciones de ingeniería y por consiguiente no especializadas en diseño que normalmente lo subcontratan a terceros bajo cánones de obtener la solución de mínimo costo que produzca mayores retornos (lo cual no es lo recomendable para este caso). No lo hacen con sus propios recursos y tienen que recurrir a cierres financieros que demoran mucho y con tasas de interés mayores que las líneas de crédito que el Estado pudiera obtener de instituciones multilaterales en condiciones muy concesionales para este tipo de desastres. Más bien creo que con una organización pública, como la PCM, que divida el país en varias zonas y con una adecuada participación de empresas privadas multidisciplinarias contratadas para gerenciamiento de proyectos y que estas empresas monitoreen y supervisen adecuadamente los contratos de ejecución de todas las obras dentro de una determinada zona, se puede lograr una organización eficiente que genere buenos resultados rápidamente como lo requiere la población.
Debemos permitir que los ingenieros hagan buena ingeniería y evitar interferencias de terceros que a menudo son los causantes de que se construyan obras deficientes por economías mal entendidas y que las obras colapsen.