Por: Rafael Venegas, Director Independiente de Empresas
Gestión, 14 de enero de 2021
Es increíble que nuevamente estemos en crisis de camas UCI. Según la Defensoría, estamos al 99%. Esta es la misma situación que con temor vivimos hace unos meses, cuando la pandemia nos golpeaba con fuerza y ocupábamos el primer lugar en el mundo en muertes por covid-19 en relación con la población.
En ese entonces, el presidente nos anunció en TV un súperplan para solucionar el déficit de infraestructura y otros elementos necesarios para combatir eficazmente la pandemia. Prometió 2,000 camas UCI para fin de junio y afirmó que para el 2021 tendríamos 5,000. La verdad es que recién en agosto, y con mucha improvisación, se llegó a las 1,800. Incapacidad de ejecución y más mentiras.
Como la curva de casos se comenzó a reducir, se detuvo el plan de aumento de camas y se desmanteló todo lo que se había improvisado. Esto a pesar de que siempre se temió que habría una segunda ola. Al final de 2020, las camas UCI se habían reducido a 1,500. Esto es 4.7 camas UCI por cada 1000, 000 habitantes, cuando el mínimo recomendado internacionalmente es 10 camas.
Acciones y decisiones como esta y otras mucho perores caracterizan al desacreditado sistema nacional de salud, cuya precariedad ha quedado en vergonzosa evidencia “gracias” a la pandemia.
La salud, junto con la educación, la justicia y orden público y la infraestructura, son las cuatro bases que todo gobierno debe proveer a su población, y de la mejor calidad posible. Lamentablemente, en nuestro país todas están en muy malas condiciones y además se han convertido en fuentes importantes para la corrupción.
Lo inaudito es que esto viene sucediendo a pesar de que no tenemos problema de recursos (presupuesto). El problema es enteramente de gestión y corrupción.
La corrupción está en quistada desde hace mucho tiempo en este sector y no solo en temas logísticos, si no también en temas relacionados a la irresponsable actuación de algunos de los médicos y sus prácticas fraudulentas. Además de la total falta de gestión, no hay integración con los demás entes del ramo, incluyendo a los privados. Esta precariedad también se hace manifiesta en la calidad y cantidad de profesionales, así como en la infraestructura, equipamiento, suministros y medicamentos.
No hay duda de que este frente necesita urgentemente una profunda reforma. Hay presupuesto, lo que se necesita es un buen plan maestro de largo plazo que incluya que incluya la integración de todos los entes de salud, un equipo de gestión profesional, eficaz y transparente y la firmeza necesaria para “limpiar” al sector de la corrupción. No es nada y no es de corto plazo, pero es absolutamente necesario y prioritario.
Por eso es muy importante exigir a todos los candidatos presidenciales que desplieguen y nos expliquen cómo piensan abordar exitosamente este importantísimo frente.
¡Señores(as) periodistas, a ver si nos ayudan con esto!