Por: Phillip Butters
La Razón, 11 de noviembre de 2020
El día de ayer, una hora y media antes que juramentase Manuel Merino de Lama como Presidente de la República, los equipos de microondas de canal 2, canal N, América Televisión y canal 7 se aprestaban a informar a la ciudadanía de “protestas de manifestantes”. Tal como lo lee, amigo lector, una hora y media antes de que tuviésemos nuevo Presidente, los sabios ejecutivos de esas empresas seguramente dieron instrucciones a sus jefaturas de prensa, intuyendo lo que se venía, de comenzar a informar lo que no estaba sucediendo.
Para comenzar, había no más de 80 personas en el centro de lima, tratando de gritar, de azuzar a las personas. Era, como todo el mundo sabe, un día común de semana, a las 8.30 de la mañana, donde la gente está trabajando o está en su casa por el tema de la pandemia. Pero por supuesto, los reporteros cierran la toma y comienzan a levantar la voz y acercan los micros a las chicharras y lo que se convierte es en una “arenga”, en una convocatoria precisamente de los medios de comunicación contra merino de lama, seguramente porque presumen que se les acaba la mamadera, se les acaba el billetazo de las asesorías, de las consultorías de las ONGs y, como no, la inmensa presupuestaria del Gobierno, porque por todos es conocida la crisis económica fulgurante que tiene Grupo El Comercio, el Grupo La República, y el Grupo RPP, y por supuesto, el dinero que necesitan los canales de televisión como Frecuencia latina para equiparar sus arcas. Pero no se ponen a pensar en la gravísima irresponsabilidad que incurren cuando llaman a la sedición la gente, porque por supuesto si uno pone una cámara una hora seguida ante un evento que no está sucediendo, lo que está haciendo es una convocatoria, y comenzaron a hacer exactamente lo mismo desde Trujillo, en simultáneo. Y en esa ciudad, que yo conozco perfectamente porque he nacido ahí, no tenía más de 25 personas saltando en la Plaza de Armas. Pusieron las cámaras y comenzaron a transmitir en vivo que también iniciaban eventos en el norte, y por supuesto de inmediato fueron a Arequipa, en donde no había ni 200 personas y de nuevo a hacer lo mismo. Y se acercaba, por supuesto, la hora de la toma de mando.
Comenzaban a salir las escenas en estos canales, en pantalla tripartita, casi haciendo una convocatoria. Y por si acaso también conozco bien la Plaza de Armas de Arequipa, pues la familia política que tengo, precisamente tiene comercios en esa especial localidad y en esa exacta Plaza, y no había gente. Y claro, comenzaban los “pulpines” a gritar, a hacer bulla y a los reporteros nunca se les ocurrió hacer una toma amplia, sino las cerraban. Ningún dron hizo alguna imagen al respecto, ni a ningún reportero se le ocurrió subir a una azotea o hacer una toma amplia, siempre convocando a la gente, y por supuesto comenzaron a llamar a los abogados constitucionalistas, todos del régimen vizcarrista, o llamaban gente del Partido Morado, como a la señora Zenaida Solís, o llamaban a Rocío Silva Santisteban, y como no a los partidarios de Forsyth, de Verónika Mendoza, a Ollanta Humala, siempre azuzando a la protesta.
La pregunta es ¿es eso responsable? ¿son los medios de comunicación los encargados de informar lo que pasa o lo que quieren ellos que pase? ¿Cuál es la idea, que haya un muerto, como gritaban algunos desaforados para que caiga merino? Tal como lo escucha y como lo escuché yo en varios videos, inclusive ayer en la noche se transmitía pequeñas cantidades de personas que empujaban a policías, que maltrataban a los transeúntes, para que cambien la constitución, porque añoran lo que ha pasado en chile. Es algo sumamente irresponsable lo que están haciendo los medios de comunicación, “los medios de la concertación”, como los llama Fernando Rospigliosi. En buen romance, están presionando al Gobierno de Manuel Merino de Lama, para que siga con el gran presupuesto de la mermelada publicitaria, a costa de hacerlo parecer como un dictador.
Cuando ya sabemos que una conocida conductora de esos medios sabe perfectamente que Vizcarra es un ladrón. Por supuesto es bien complicado decirlo al aire, porque como no, la importancia está en que su jefe, el dueño del medio, tiene que seguir comiendo de las arcas del estado. Son una vergüenza y tendrán que hacerse responsables si el día de mañana hay un muerto.
Dios quiera que eso no suceda.
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