Patricia Teullet
Perú21, 05 de febrero de 2016
La primera mujer que vi candidatear a la presidencia fue Olivia, la eterna novia en disputa entre Popeye El Marino y Bluto. Muchas veces, al margen de la lucha entre estos dos, en las que Popeye siempre ganaba, Olivia tenía sus propias aspiraciones. En un capítulo, ella sueña con ser presidenta. Entre sus promesas de campaña (la pongo debidamente citada entre comillas) estaba la siguiente: “Si yo fuera presidenta, al trabajo nadie faltaría, pues autobuses ¡de 10 pisos habría!”.
¿Cuántas horas pasan las personas en transporte público yendo y volviendo del trabajo o del centro de estudios? En muchos casos, son dos horas de ida y dos de vuelta, probablemente de pie, y agravado por el calor de verano. ¿Y cuánto gasta cuando tiene que tomar dos o tres vehículos?
¿A qué hora tiene que despertarse esa mujer que en la madrugada o aun a oscuras está limpiando las calles, jalando un enorme basurero? ¿O el padre de familia con un trabajo eventual que depende de la suerte de estar donde debe en el momento adecuado? Sin ánimo de disculparlos por su comportamiento entre irresponsable y salvaje, ¿cuánta presión sienten los choferes de micro cuando tienen que competir en la captura de pasajeros? ¿Y los taxistas que los esquivan dando vueltas durante horas? Todos somos, en algún momento, víctimas y culpables de los accidentes que diariamente ocurren.
Empecemos por las autoridades y su incapacidad de dar soluciones de urgencia mientras se crea la infraestructura de transporte masivo, hasta hace poco obviada y única solución efectiva. El bloqueo de la vía en Manchay es solo un recordatorio del problema social en que la situación del transporte se ha convertido. Esto, más allá de la pérdida de horas productivas, incremento en el gasto de salud por accidentes, desgaste físico y emocional.
¿Algún candidato quiere hacer algo que realmente aumente el bienestar? Hace años que Olivia “la vio”. Lampadia