Patricia Teullet
Perú 21, 18 de diciembre de 2015
Me declaro culpable de haber reforzado ideas equivocadas respecto del modelo económico. Lo hice porque mi presentación mostraba, en letras grandes y “negritas” encabezando cada lámina, el mito que pretendía desacreditar. Pero nunca es tarde para aprender y estas ideas (tomadas de John Cook y Stephan Lewandowsky) le pueden servir a usted, sea académico, político o gerente, así como a mí, que califico en la categoría de “ninguno de los anteriores”.
Primero: nunca resalte la idea que quiere sacar de la mente de las personas. Eso solo refuerza su recordación y la convierte en familiar y, por tanto, más fácil de ser recordada. Después de un corto periodo, la información aclaratoria, pero subordinada, se desvanece y solo se refuerza lo que se quiso eliminar.
Segundo: demasiada información confunde, especialmente si está expresada en términos técnicos. Esto encanta a economistas (elasticidades, ceteris paribus); abogados (habeas corpus), administradores (opex, EBITDA); médicos… no, no hay espacio suficiente. Pocas ideas, contundentes, son mejor que muchas que confunden y vuelven más atractiva la simple idea original, pues al menos la entendimos.
Tercero: las personas seleccionan la información que refuerza su posición inicial, descartando aquella que la combate. A los políticos les será difícil cambiar el voto “anti”. Es mejor enfocarse en quienes no tienen una posición radical. También predispone mejor el uso de términos que no identifiquen como “enemigos”. Cambiar “reforma del Estado” por “eficiencia al servicio del ciudadano” puede generar una actitud más permeable en quienes identifican reforma con despidos.
Cuarto: no dejemos “espacios en blanco”: si refutamos o eliminamos un argumento, reemplacémoslo por uno alternativo. El espacio vacío tiene que llenarse y si no lo hacemos, la información original y equivocada volverá a posicionarse.