Por: Patricia Teullet
Perú21, 8 de abril del 2024
Algunos cambios ministeriales tienen también solo una o dos funciones y no son las que deberían estarse buscando: distraen y no mejoran, sino que empeoran el Consejo de Ministros.
Un reconocido conferencista iniciaba su presentación preguntando cuántos de los asistentes menores de 35 años llevaban reloj. Casi ninguno. Relataba que, al preguntar a su hija por qué no llevaba uno, la respuesta fue “porque es un dispositivo con una sola función (mostrar la hora)”. Si bien podemos argumentar que algunos relojes tienen cronómetro, muestran la hora en otros países o la fecha, lo cierto es que, comparados con un teléfono celular, por ejemplo, su utilidad resulta bastante limitada. Tal vez por eso el reloj ha terminado convirtiéndose en un adorno o, en el mejor de los casos y para los que pueden costearlo o recibirlo de regalo, en una joya más… o en la fuente de problemas.
Algunos cambios ministeriales tienen también solo una o dos funciones y no son las que deberían estarse buscando: distraen y no mejoran, sino que empeoran el Consejo de Ministros. Tal ha sido, por ejemplo, la inexplicable salida del ministro Mathews, experto en comercio exterior, o la permanencia del ministro de Salud, quien hacía poco había anunciado en tono de amenaza una norma que “iba a doler a las farmacias”. Un caso más de la búsqueda del enfrentamiento con la inversión privada, en lugar de un proyecto conjunto que apunte al crecimiento, que genere empleo y desarrollo.
Como prueba de la falta del alineamiento de ideas al interior del propio Ejecutivo, hace pocos días el ministro de Trabajo resaltó la importancia de la inversión privada para el país. Una lástima que sus palabras no se vean reflejadas en el desempeño de Essalud, entidad a cargo de su ministerio y en la cual no hay capacidad ni interés en brindar los servicios de salud que le corresponden. El miércoles pasado, por ejemplo, una trabajadora del hogar cuyos empleadores están totalmente al día en sus pagos llegó a un establecimiento de Essalud con fuertes dolores a la vesícula: no le realizaron ningún examen y la dieron de alta después de recetarle un analgésico. Con ayuda económica y el uso de todos sus ahorros, tuvo que ser operada de emergencia en una clínica privada.
El sector público no es capaz de brindar servicios de calidad; ni educación, salud, seguridad o justicia (miremos la norma que retorna a las aulas a miles de docentes desaprobados). Al sector privado se le ponen trabas para la realización de sus proyectos de inversión. La población está descontenta con el gobierno en general: desconfía absolutamente del sistema judicial, desaprueba al Congreso y al Ejecutivo sin que se vislumbre mejora alguna, pero, en tanto dure la frágil alianza entre ambos, tampoco se esperan cambios, ni mínimos ni importantes. Y los cambios ministeriales seguirán siendo maniobras distractivas… mientras se ensayan explicaciones absurdas para la posesión de costosos relojes.