Patricia Teullet
Perú21, 27 de mayo de 2016
Glosado
Confieso haber sonreído cuando escuché la primera intervención del Ministro Piero Ghezzi en una reunión empresarial.
Fue algo así como: “Con la mano izquierda arreglo todo eso de los excesivos trámites; díganme qué hago con la derecha”.
Lo más grave era que todo esto estaba inmerso en un discurso de diversificación productiva que ya habíamos escuchado mil veces y, después de todos los intentos, la conclusión seguía siendo que el Estado no debía escoger ganadores ni favorecer a determinados sectores.
Tampoco sería la primera ni la última vez en que alguien sin experiencia en el sector público pensara que las cosas eran fáciles de lograr.
Y el tiempo parecía confirmar estas conclusiones: muchos meses después no había noticias de destrabes ni de sectores estrella brillando en algún horizonte.
Sin embargo, sin mayores anuncios ni flashes, el Ministro estaba haciendo lo prometido: olvidar la absurda idea de que Estado y privado son irreconciliables. A partir de allí, sentándose junto a los empresarios, se comenzó a dar atención a lo micro para comerse a pedazos a ese elefante que suele ser la burocracia estatal.
A diferencia de lo que ocurre cuando se llega a grado de inversión o se logra una exitosa colocación de bonos, tiene muy poco glamour anunciar la eliminación de dos trámites o la anulación de dos formularios que nunca nadie leyó. Pero resulta que es así como se permite la diversificación productiva: dejando que las ideas de negocios puedan convertirse en realidad. ¡Y ni siquiera ha hecho falta mencionar la palabra competitividad!
Lampadia