Patricia Teullet
Perú21, 7 de abril del 2025
«Esta política, basada en mayores impuestos a la importación, se traducirá en general en mayores precios a los consumidores estadounidenses, algo que va totalmente en contra de los ofrecimientos de campaña de bajar la inflación», comentó Patricia Teullet.
La noticia de la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos a todos los productos importados, en distintos niveles, pero a nivel mundial, fue cubierta y con gran preocupación en todos los noticieros económicos o no. Si bien habían sido anunciados con anticipación por Donald Trump, tal vez quedaba algo de esperanza de que este midiera las consecuencias o que algún asesor lo hiciera reflexionar respecto de la inconveniencia de esta medida por su impacto tanto en Estados Unidos como en la economía mundial.
¿Cuál es la lógica de Trump detrás de esta medida? Que imponer aranceles, es decir, impuestos a los productos importados, encarece esos bienes y da una oportunidad a la industria estadounidense, menos eficiente y que, en gran parte, no puede producir porque sus costos y, por ende, sus precios son o serían más elevados.
Así, al permitirles mayores precios, las empresas de Estados Unidos podrían producir con costos más altos y competir con los productos importados que, sin el sobreprecio de los aranceles, son mucho más baratos.
Este razonamiento, que replica políticas económicas de industrialización de los años sesenta, ignora la realidad: hoy la fabricación de un producto como automóviles o computadoras no se hace en un solo país: sus diferentes componentes son provistos por empresas ubicadas en distintos países y ensamblados posteriormente. Los aranceles que impondrá Estados Unidos afectarán no solo al producto final, sino también a sus componentes o insumos, encareciendo, también por esta vía, su fabricación. Lo otro que ignora el razonamiento de Trump es que las industrias no se trasladan de un día al otro y que, en el supuesto de querer establecerse en EE.UU., esto puede tomar varios años.
Esta política, basada en mayores impuestos a la importación, se traducirá en general en mayores precios a los consumidores estadounidenses, algo que va totalmente en contra de los ofrecimientos de campaña de bajar la inflación. Lo que todavía no está calculado es el impacto que tendrá en la economía mundial, pero las perspectivas no son buenas, pues se trata de un contrasentido a la lógica de eficiencia que han ido guiando cada vez más las políticas comerciales de los países, abriendo sus industrias a la competencia y aprovechando las mayores eficiencias. Ya los países afectados comienzan a imponer, en retaliación, barreras a los productos de EE.UU.
Los efectos para el Perú son inciertos. En primer lugar, tenemos un tratado suscrito (aunque no sabemos si se va a respetar). El arancel que le sería aplicado sería de 10% mínimo establecido y eso, en principio negativo, podría generar oportunidades de negocio, reemplazando la oferta de otros países que pagarán aranceles más altos. Acertadamente, la Embajada peruana ya inició acciones apelando al acuerdo comercial y a que exportamos menos de lo que importamos. Finalmente, y eso debe considerarlo EE.UU., siempre tenemos una batalla común de lucha contra el narcotráfico, que no es poca cosa. No solo somos socios comerciales.