Los ciudadanos necesitamos que nuestros líderes nos eduquen adecuadamente sobre los temas de interés nacional. En el caso de los académicos es de esperarse que, además de ilustración, aporten rigurosidad.
Hace algunas semanas, la Universidad del Pacífico editó el libro “Cuando despertemos en el 2062, visiones del Perú en 50 años”. Lamentablemente este fue presentado por Cynthia Sanborn, Bruno Seminario y Jürgen Schuldt con un aparente afán sensacionalista, según puede apreciarse por ejemplo, en la edición del diario El Comercio del 3 de marzo pasado, que destaca: “En 15 años puede colapsar el modelo económico del país”. Pronosticaron “una gran crisis” a finales de la década del 2020. “…el actual modelo de crecimiento es insostenible. El milagro peruano no es tan real”. Agregan: “El modelo de desarrollo primario exportador tiene una serie de defectos, eso es lo que se llama la maldición de los recursos naturales. Los países que han seguido este modelo extractivista, en su mayoría, han enfrentado esas crisis”. (Schultd).
Igual enfoque tuvieron en la presentación que hicieron en RPP. Sanborn refirió “que hay una serie de temas que tienen que cambiar para que tengamos un país sin pobreza. Uno de ellos es precisamente tener un modelo económico que genere empleo…”. Curiosamente, nunca se ha creado más, ni mejor empleo en el Perú que con el actual modelo, (ver “Diez millones de peruanos la hacen”). Sobre la publicación de El Comercio, Seminario dijo: “No quiere decir que… va a colapsar, sino que puede colapsar… el riesgo existe… ¿por qué si crecemos no nos desarrollamos? … no visualizamos los riesgos… Nuestra economía es riesgosa en un sentido fundamental”.
Sé que nada es perfecto, pero en este caso, más allá de errores de apreciación, como los que he reseñado, creo que un libro valioso, en el que hay otras contribuciones importantes, vio malograda su imagen por la forma y por el tono de su presentación, como comenté en mi artículo, Bendición, no maldición, publicado en El Comercio el 14 de abril pasado.
Entrando al tema de fondo, también tengo que objetar que se compare este ciclo de crecimiento con los de los últimos 200 años. El Perú de hoy y su proceso de desarrollo no tienen parangón histórico. Nunca antes el crecimiento ha sido tan inclusivo, como lo demuestran los trabajos de Miguel Palomino, Richard Webb, y varios otros economistas. Nunca antes crecimos alto con una fuerte reducción de la pobreza, de la desigualdad y de la desnutrición infantil. Nunca antes la inversión, el empleo y los ingresos crecieron más fuera de Lima, más en el Perú rural que en el urbano, más en la sierra y la selva que en la costa.
En cuanto a las críticas que hacen al tema de los recursos naturales, nadie ha diagnosticado mejor nuestra realidad que Richard Webb, en su reciente artículo, “Las tres golondrinas”, publicado en El Comercio el 22 de abril pasado, donde dice: “Se exagera el peso de las actividades primarias. Según el BCR, estas representan solo el 15% de la producción nacional, y su crecimiento ha sido menor al de las actividades industriales, comerciales y de servicios. La economía peruana es más diversificada de lo que se cree, y la diversidad crece al galope”.
A continuación presento una serie de indicadores que muestran un proceso de desarrollo integral, estos permiten apreciar una economía briosa que se proyecta a un mejor destino.
En las presentaciones de dicho libro, también hablan de nuestro perfil poblacional para agregar que hacia mediados de siglo nuestra población trabajadora empezará a declinar restándonos capacidad productiva, pero no mencionan que hoy, el ratio de PEA a población total es mayor al 50%, un bono poblacional extraordinario, y que para el 2050, dicha PEA crecería en un 40% adicional, según la publicación “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”) del HSBC.
Sanborn, en su respuesta a mi artículo de El Comercio descalifica a Chile por la relación del cobre y su pasada dictadura militar, sin reconocer que su gran desarrollo institucional, social y económico de los últimos 30 años sucede cuando recién se ponen del lado de la bendición de los recursos naturales.
Agrega “… que Venezuela tuvo una democracia aparentemente sólida… hasta que la crisis petrolera reveló su enorme fragilidad”, sin registrar que la crisis venezolana es esencialmente institucional y política, tal como afirmé en mi criticado análisis.
Le guste o no a algunos, el Perú viene atravesando un proceso virtuoso que debemos preservar y potenciar. Estamos de acuerdo en que hay mucho por hacer, especialmente en educación, infraestructuras, instituciones y clima de inversión, pero no se puede dejar de reconocer que, para afrontar esta agenda pendiente, requerimos mantener un crecimiento alto y sostenido, para lo cual, la minería en particular, y los demás recursos naturales, pueden ser determinantes.