Por décadas hemos hablado en nuestro país de las oportunidades de alcanzar el desarrollo y bienestar general, pero solo durante los últimos veinte años les hemos dado sustento mejorando nuestros indicadores económicos y sociales, creciendo, disminuyendo la pobreza, la desnutrición infantil, y también la desigualdad.
Este proceso toma cada día más velocidad y es notorio el aumento del ritmo de progreso en los últimos veinte, quince, diez, o cinco años. Tal es hoy nuestro potencial que en enero de este año el banco global HSBC en su publicación “The World in 2050” (“El mundo en el 2050”) indica que el Perú puede ser uno de los países que más crezca durante los próximos cuarenta años, alcanzando el lugar 26 entre las economías más grandes del planeta mediante un crecimiento del PBI de 5,5% como promedio anual.
Para su análisis, el HSBC ha considerado el perfil de la población, la demanda de commodities y el modelo del profesor de Harvard Robert Barro, que considera factores como el promedio de años de educación, la esperanza de vida al nacer, la fertilidad, el imperio de la ley, el nivel de consumo del Gobierno, el índice de democracia y la tasa de inflación.
Del análisis del HSBC se puede decir que esta oportunidad se basa en dos factores estructurales y cuatro de coyuntura. Los estructurales se dan más allá de nuestras acciones y los coyunturales dependen de nuestro manejo político.
En lo estructural están la demanda global de los commodities que nosotros ya producimos y que deberían ofrecernos buenos niveles de precios, y el perfil de nuestra población, en el que la relación de nuestra PEA (población económicamente activa) al total de la población es muy alta y por lo tanto nos ofrece una buena base de crecimiento.
Entre los factores de coyuntura, tenemos aquellos que debemos manejar con cierta destreza, como la mejora de la educación, el desarrollo de infraestructuras, un buen clima de inversión y el fortalecimiento de nuestras instituciones.
Lograr el lugar 26 entre las economías del mundo y derrotar la pobreza requiere que nuestros gobiernos y nuestra clase dirigente entiendan la oportunidad, sus elementos básicos y que hagamos el mejor esfuerzo posible por concentrarnos en los factores que hacen la diferencia.
Por ahora, y seguramente por un buen tiempo, el mundo se mantendrá en una crisis de crecimiento dados los problemas bancarios y fiscales de Europa, los entrampamientos políticos de EEUU, el estancamiento japonés y los ajustes de China. Los riesgos globales se han incrementado sustancialmente.
Como se señala más arriba, el Perú lo ha venido haciendo muy bien, pero mientras el mundo se desenvuelve en una grave crisis, los peruanos estamos agravando nuestros propios riesgos. Las asonadas político-sociales anti-mineras han alcanzado niveles de sedición, se está parando la inversión y el crecimiento de la economía, el Gobierno no ejerce adecuadamente su rol de comunicación y liderazgo, y la clase dirigente y los medios de comunicación están en juegos menores.
No podemos perder nuestra mejor oportunidad de superar la pobreza y brindar a nuestros ciudadanos el bienestar general.