Una precisa operación de nuestras fuerzas de seguridad, acabó con parte de la cúpula de la organización terrorista que opera en el Vraem. Oportunidad que nuevamente pone sobre el tapete, el dilema definitorio de la naturaleza de la amenaza en la zona: ¿es narcotráfico o terrorismo?
Algunos analistas sostienen que es un duro golpe al narcotráfico en tanto esta es la principal amenaza al país y (a) «Alipio» y otros, no son sino sicarios del narcotráfico. Con ello, se niega la existencia de una organización terrorista sobreviviente de Sendero Luminoso (SL) de las décadas pasadas, autonombrado hoy “Partido Comunista del Perú – Militarizado” (PCP-M).
Ni dudemos que el narcotráfico es una gravísima amenaza a la seguridad nacional por ser en sí mismo generador de violencia, por su inmenso poder corruptor y por atentar contra la salud pública principalmente de jóvenes quienes son el futuro del país. De ahí a negar que sobrevivientes de la organización terrorista SL existan, hay una gran diferencia.
¿Podemos afirmar que la organización terrorista del Vraem no es SL? Si. Los hermanos Quispe Palomino al asumir la conducción de los rezagos de esta organización, tomaron distancia de los dictados del preso cabecilla (a) “Gonzalo” y afinaron su organización con fines iniciales de supervivencia, situación que cambio cuando el estado replegó bases a comienzo de siglo y encontraron condiciones propicias para expandirse apoyándose logísticamente en el narcotráfico.
Los nuevos cabecillas maldijeron la violencia demencial de “Gonzalo” sobre la población civil que los llevó al aislamiento; criticaron duramente la noción de Frente Único por ser excluyente y haber negado el soporte de organizaciones afines. En su lugar crearon el Frente Unido más abierto con la finalidad de sumar fuerzas, incluyendo cocaleros que siempre les fueron útiles. Entre Frente Único y Unido existe un sutil gran cambio: aceptar su fracaso en ganar el apoyo de la población e intentar buscarlo.
Debe quedar claro que siguen siendo una organización terrorista. Es terrorismo, secuestrar trabajadores civiles de Techint o del proyecto Camisea. Es terrorismo, secuestrar niños y adoctrinarlos incluyendo empleo de armas y ejecución de asesinatos. Es terrorismo asesinar selectivamente a pobladores tildándolos de “soplones” de las fuerzas de seguridad.
Por el contrario, no es conducta del narcotráfico derribar helicópteros en la cordillera, ni destruir maquinarias de un consorcio vial. Los narcotraficantes no piden cupos, los otorgan. Si lo que hacemos define lo que somos, queda claro que en el Vraem coexisten narcotraficantes y terroristas. Eso sí, ambos con conductas utilitarias y por muchos años en mutuo apoyo.
El narcotráfico hoy se esparce como mancha de aceite en una veintena de cuencas y no hay terrorismo en Putumayo, Pachitea u otros lugares. Pero si el narcotráfico es la plataforma logística que da supervivencia a organizaciones terroristas, he ahí un riesgo potencial que no podemos ignorar. Luego de este golpe, embriones terroristas puedan sembrarse en algunas de ellas.
No debemos negar la supervivencia de grupos terroristas descendientes de SL. Cualquier sesgo, puede confundir procesos operativos o bloquear iniciativas de lucha política e ideológica que sigue desatendida en el Vraem o en universidades donde pequeñas facciones, continúan su trabajo y jóvenes desconcertados allá y aquí por ausencia de alternativas, terminan creyendo en canturreos de viejos terroristas mimetizados. Sigamos firmemente y con claridad el combate a ambas amenazas.
El golpe asestado al terrorismo del Vraem es contundente y cantemos victoria pero no tan fuerte pues falta mucho por hacer. El desarrollo y la seguridad del país, son parte inseparable de un mismo círculo virtuoso. La seguridad genera confianza y si hay confianza todo es posible, sin ella podemos involucionar muy rápidamente. Sigamos firmes en la pacificación del país.