«Un pueblo que elige políticos corruptos, impostores y ladrones no es víctima sino cómplice» George Orwell
Oscar Fernández Orozco
Periodista
Para Lampadia
La desgarradora tragedia vivida por Celia Capira, lacera el alma, te hace sentir impotente. Miles de peruanos muertos y sus familiares están representados en esta dolorosa historia sucedida en Arequipa.
Los ojos de Celia Capira están llenos de lágrimas, parecen querer reventar la mascarilla y lanzar el protector plástico. A gritos, Celia demanda ayuda al presidente para su marido enfermo del COVID 19 y depositado en una carpa sin los servicios de salud: «piedad presidente, mi esposo está abandonado y se muere», «visite la carpa», «presidente porque es tan malo e inhumano» y luego con los brazos levantados gritaba «no lo dejen ir» y corría detrás de la comitiva presidencial: las blancas camionetas y escoltas abandonaban el hospital. Se había quedado sola y repetía para ella «no sean malos, porque los dejan ir, piensen en mi familia, que voy hacer con mis tres hijos si se quedan si su padre» y se movía en la pista como fiera herida. Pero no hubo tregua y su marido murió horas después.
Muchos Medios dieron «la noticia» con imágenes fraccionadas de lo ocurrido, queriendo restar importancia a la verdad y el creciente clamor popular.
La pandemia es universal, pero en el Perú tiene su propia y original historia. Tenemos 50 mil muertos, hemos hecho leña 30 mil millones de dólares y llevado al país al borde de la crisis económica más grande que hayamos padecido, tenemos tres millones nuevos de desocupados y el COVID 19 ya ha infectado a medio millón de personas en 130 días y seguimos sin suficientes camas UCI, sin pruebas moleculares, sin oxígeno, con pacientes muriendo en las puertas de los hospitales y decenas de muertos en el suelo de las instalaciones interiores y, para colmo, ni siquiera hay lugares suficientes para enterrarlos.
El presidente Vizcarra, sus ministros y burócratas que lo secundan son personas cuyas historias y responsabilidades no podrán llenar de orgullo a sus nietos.
Así de terrible es el drama nuestro, pero imaginar que el único culpable es Vizcarra resulta exagerado. El Perú es un pueblo raro, sus ciudadanos son contradictorios, desconcertantes, irresponsables en política y muy poco preocupados por el futuro de sus hijos. Permitimos que millares de incapaces y oportunistas trabajen para el Estado sin ninguna regla meritocrática y los ministerios parecen depósitos de muchos inútiles y sinvergüenzas.
Elegimos presidente, congresistas, autoridades regionales y alcaldes a cualquier mequetrefe demagogo. Aplaudimos que se viole la constitución, aprobamos los golpes de estado, votamos por que no haya reelección, inmunidad parlamentaria y cámara de senadores y tenemos un Tribunal Constitucional que santifica los golpes de estado y salva a los violadores constitucionales.
Además, aceptamos que cualquiera se meta a patadas al Congreso, se hagan referendos a gusto del cliente (presidente) y premiamos, sin reflexión, a los golpistas con nuestra aprobación en las encuestas.
Tenemos cifras económicas muy positivas y verdaderos logros con la Constitución del 93 (ver y analizar cuadro adjunto). Pero existe pereza para revisar, comparar y respaldar los éxitos y terminamos apoyando a militares ineptos que dicen barbaridades como «agua sí, oro no», economistas lobistas y conspiradores, sin capacidad para dirigir el futuro del país y con alto grado de corrupción.
publicado el 4 de mayo 2020 por Lampadia
Se dice «La voz del pueblo es la voz de dios» pero para ello el pueblo debe prepararse, ser responsable, aspirar a ser mejores, rechazar la mediocridad y pensar antes de votar para no caer en manos de populistas, comunistas buenos para nada y hasta ladrones (orfo).