Por Ántero Flores-Aráoz
Por mandato constitucional expreso la Policía Nacional del Perú tiene por finalidad fundamental garantizar, mantener y restablecer el orden interno. Además presta protección y ayuda a las personas y a la comunidad, así como garantiza el cumplimiento de las leyes y la seguridad del patrimonio público y del privado. También previene, investiga y combate la delincuencia.
Lo señalado no son meras facultades sino obligaciones de la institución policial, por lo cual muchos se asombran cuando algunos policías olvidan sus deberes y ante la perpetración de delito, así sea ante su presencia, se tornan sordos, ciegos y mudos.
La omisión de los deberes policiales no se pueden justificar, pero si entender pues lamentablemente el Estado y la sociedad civil les quita el cuerpo y muestra tacañería para otorgarles el respeto que se merecen.
La falta de respeto a la Policía Nacional trae como consecuencia, no solamente su inhibición en el cumplimiento de sus deberes, sino desmotivación para realizar en el futuro las tareas encomendadas, con el agravante que dicha falta de estímulo afectará a la sociedad en su conjunto que permanecerá desguarnecida.
Existen innumerables situaciones del irrespeto a la institución policial, como por ejemplo cuando se les envía a reguardar y/o recuperar el orden interno sin armas. ¿Acaso no la estamos haciendo carne de cañón? Además se expone a los policías a ser objeto de alevosos ataques con pérdida de vida y gravísimas lesiones.
Cuándo la Fiscalía y el Poder Judicial no archivan ni disponen el sobreseimiento de denuncias contra policías que cumplieron su labor constitucional, pese a existir en el Código Penal infinidad de causales de exceptuación de persecución penal. Con esta penosa actitud también se desmotiva a los policías que muchas veces tienen que afrontar años y años de interminables procesos judiciales, en que tienen que defenderse incluso sin ayuda de su Institución, perdiendo posibilidades de ascenso, distanciamiento de sus familias para atender los procesos en otras localidades que las de su domicilio, y con la angustia y estrés que generan los juicios de índole penal.
Si por lo demás las remuneraciones policiales no son generosas y menos acordes con sus altas responsabilidades, la situación es pues grave.
Felizmente la Asociación de Amigos de la Buena Policía Nacional – SINACOOP ha diseñado una campaña para sensibilizar a las autoridades y a la población por la desatención a la Policía Nacional y a sus integrantes, haciendo conocer que las piedras que muchas veces se les lanza con hondas, huaracas y otros artilugios, son tan letales como pueden ser las balas, y que ésas piedras volando a más de cien kilómetros por hora son tan mortíferas como cualquier otra arma. ¿No se sabe acaso que han fallecido policías, que otros han quedado inválidos y muchísimos lesionados?
La imaginativa campaña de generación de conciencia para apoyar a nuestra Policía, estoy seguro que será exitosa, lo que no impide que a los malos policías, que también los hay, no se les sancione con rigurosidad cuando delinquen, e incluso deberían ser “degradados” en acto público cuando está probada su responsabilidad y sin esperar sentencia judicial. Tendremos para ello que hacer una reforma parcial de la Constitución, pero bien vale la pena, pues las manzanas podridas no deben afectar a las buenas que son mayoría.