(Distopía = Representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación humana, RAE)
Nouriel Roubini, profesor de la Escuela de Negocios Stern, Universidad de Nueva York
Project Syndicate
29 de octubre 2015
Traducción y glosado por Lampadia
La reciente victoria del partido conservador Ley y Justicia en Polonia confirma una tendencia reciente en Europa: el auge del capitalismo de Estado (anti liberal) liderado por populistas autoritarios de derecha. Llámalo Putinomics en Rusia, Órbanomics en Hungría, Erdoğanomics en Turquía, o una década de Berlusconomics de Italia, de la cual todavía se está recuperando. Sin duda, pronto tendremos que ver que ver Kaczyńskinomics en Polonia.
Todas son variaciones del mismo tema discordante: un líder nacionalista llega al poder cuando el malestar económico da paso a un estancamiento crónico y secular. Una vez electo el político autoritario comienza a reducir las libertades políticas a través del control de los medios de comunicación, especialmente la televisión. Luego, persigue una agenda de oposición a la Unión Europea y a otras instituciones de gobernanza supra nacional.
También se opondrá al libre comercio, la globalización, la inmigración y la inversión extranjera directa, mientras que favorece a los trabajadores y empresas domésticas, sobre todo a las de propiedad estatal y a las de grupos financieros vinculados al poder. En algunos casos, los partidos abiertamente nacionalistas y racistas, apoyan dichos gobiernos o generan una racha aún más autoritaria y antidemocrática.
Sin duda, esas fuerzas aún no están en el poder en la mayor parte de Europa. Pero son cada vez más populares en casi todas partes: El Frente de Le Pen Nacional en Francia, de Matteo Salvini Liga Norte en Italia, y el Partido Independentista del Reino Unido de Nigel Farage, todos ven el capitalismo de Estado no liberal de Rusia como un modelo y a su presidente, Vladimir Putin, como un líder digno de admiración y emulación. En Alemania, los Países Bajos, Finlandia, Dinamarca, Austria y Suecia; también, la popularidad de los populistas anti-UE de los partidos de derecha anti-migrantes va en aumento.
La mayoría de estos partidos tienden a ser socialmente conservadores. Pero sus políticas económicas – anti-mercado y temerosas de que el capitalismo liberal y la globalización vayan a erosionar la identidad nacional y la soberanía – tienen muchos elementos en común con los partidos populistas de izquierda, como Syriza en Grecia (antes de su capitulación ante sus acreedores), de Podemos en España, y el Movimiento Cinco Estrellas de Italia. De hecho, al igual que muchos simpatizantes de los partidos radicales de izquierda en la década de 1930, hizo un cambio en ‘U’ y terminaron apoyando a los partidos autoritarios de la derecha, las ideologías económicas de los partidos populistas de hoy parecen converger en muchos sentidos.
En la década de 1930, el estancamiento económico y la depresión provocaron el ascenso de Hitler en Alemania, Mussolini en Italia y Franco en España (entre otros líderes autoritarios). Hoy día la marca de de los líderes iliberales puede aún no ser tan políticamente virulenta como la de sus predecesores de 1930. Pero su corporativismo económico y el estilo autocrático son similares.
El resurgimiento del nacionalismo y del populismo nacionalista no es sorprendente: el estancamiento económico, el alto desempleo, el aumento de la desigualdad y la pobreza, la falta de oportunidades y los temores acerca de los inmigrantes y minorías que «roban» empleos, les han dado un gran impulso. La reacción contra la globalización – y el movimiento libre de bienes, servicios, capital, mano de obra y la tecnología que viene por añadidura – que ha surgido en muchos países, es también una bendición para los demagogos no liberales.
Si el malestar económico se convierte en crónico y el empleo y los salarios no suben pronto, los partidos populistas pueden acercarse al poder en más países europeos. Peor aún, la zona euro podría estar nuevamente en riesgo por una salida de Grecia que cause un efecto dominó y conduzca a la desintegración de la zona. O que una salida del REino Unido de la UE pueda desencadenar la desintegración europea, con los riesgos adicionales que plantea el hecho de que algunos países (Reino Unido, España y Bélgica) estén en riesgo de desintegrase ellos mismos.
En la década de 1930, la Gran Depresión llevó al poder a regímenes autoritarios en Europa e incluso en el Asia, cuasandi eventualmente la Segunda Guerra Mundial. El resurgimiento de regímenes y líderes del capitalismo de Estado no liberales, está lejos de causar una guerra, porque los gobiernos de centro-derecha y de centro-izquierda siguen comprometidos con la democracia liberal, las políticas económicas progresistas, y los sistemas de bienestar, todavía sólidos, que gobiernan la mayor parte de Europa. Pero la mezcla tóxica de populismo está ganando fuerza ahora y aún puede abrir la caja de Pandora, desatando impredecibles consecuencias.
Esta creciente ola de antiliberalismo hace que evitar una ruptura de la zona euro o la Unión Europea sea cada vez más importante. Pero, para garantizar esto, las políticas macroeconómicas y estructurales que estimulan la demanda agregada, la creación de empleo y el crecimiento, la reducción la desigualdad de ingresos y riqueza, la oferta de oportunidades económicas a los jóvenes y la integración, en lugar de rechazar a los refugiados (se necesitarán inmigrantes económicos). Sólo políticas audaces pueden detener la caída del Europa al estancamiento secular y al populismo nacionalista. La timidez vista en los últimos cinco años sólo aumenta los riesgos.
Si ahora no se actúa con decisión, se dará lugar al eventual fracaso del Estado de paz, integración y globalización supranacional que es la UE y al surgimiento de regímenes nacionalistas distópicos. Los paisajes de esos lugares se han mostrado en obras literaria como ‘1984’ de George Orwell, ‘Un mundo feliz’, de Aldous Huxley y en ‘Submisión’, de Michel Houellebecq. Esperemos que permanezcan confinados en las páginas de la literatura. L