Nelson Torres Balarezo, Investigador Principal del Instituto del Perú
11 de enero de 2018
Para Lampadia
A pesar de la política (y de los políticos), el Perú sigue creciendo. Definitivamente a un ritmo más bajo que su potencial y cada vez con mayor riesgo de estancamiento. Con un buen gobierno, enfocado en solucionar los graves problemas nacionales: infraestructura, salud, seguridad, educación; además de los objetivos transversales de modernización del estado, de los regímenes laborales, del sistema previsional (entre otros), podríamos crecer a tasas muy superiores, lo que incrementaría los niveles de bienestar general y nos permitiría aprovechar mejor el nuevo ciclo virtuoso de precios de nuestras materias primas.
Mientras algunos cuantos marchan contra el indulto a un ex presidente y otros tantos organizan marchas a su favor, un fenómeno viene ocurriendo. Cualquiera que camine por Lima o cualquier otra ciudad del país, no podrá dejar de ver a cientos y miles de venezolanos y venezolanas en las calles, vendiendo desde sus productos tradicionales como arepas y tizanas, hasta reemplazando a heladeros de Donofrio.
Hace unos días, un amigo en Cuzco me comentó que en muchas empresas de dicha ciudad los están contratando a S/. 500 mensuales, en jornadas de 12 horas. El viernes en Lima, entre tragos, otro amigo presumía que la empleada doméstica en su casa era venezolana.
Quien tenga más de 30 años y conozca algo de realidad latinoamericana, debe recordar una Venezuela boyante a pesar de la corrupción histórica de sus gobiernos. El país caribeño fue, por muchos años, destino de cientos de miles de migrantes peruanos.
Durante el debate para la vacancia presidencial, escuche a varios políticos de izquierda con sus trasnochadas ideas de “refundar la nación y una nueva constitución”; recientemente, con el mayor desparpajo, una de las lideresas de la izquierda, implicada en las agendas de la Sra. Heredia, dijo que “PPK no es más el presidente de los peruanos”.
Yo me pregunto si estos políticos de izquierda salen a la calle; si caminan por el Jr. De la Unión, van a Gamarra o incluso sólo al mercado de su barrio; todos ellos llenos de venezolanos que han debido abandonar el país cuyo gobierno no tienen la valentía de criticar.
A pesar de todos nuestros problemas, la situación del Perú es notablemente mejor que el país bolivariano que nuestros líderes de izquierda admiran. No hace falta hacer un sesudo análisis político ni tener una bizantina discusión para demostrarlo, las decenas de miles de venezolanos deambulando por nuestro país son una muestra tangible de la crisis de su país.
Somos un país resiliente, pues a pesar de nuestros políticos sobrevivimos y crecemos. Pero no creo podamos sobrevivir a un experimento bolivariano. No creo que los políticos que admiraron a Chávez y ahora son cómplices silentes de Maduro sean una alternativa; soy pesimista, si ellos llegasen alguna vez al poder, el futuro de mis hijos sería tan triste como el que podría prever para mí a fines de los años 80.