Nelson Torres Balarezo, Investigador Principal del Instituto del Perú
22 de febrero de 2017
Para Lampadia
Más de una vez he escuchado o leído que la izquierda es inepta, pero es honesta. Para muchas personas que conozco, el supremo valor de la honestidad justifica los errores de dirección y gestión que pudieran tener los políticos de izquierda. Nunca me lograron convencer, pues creo que el daño que la ineficiencia ocasiona es potencialmente mucho mayor que los problemas que la deshonestidad puede causar. Al final, sería una discusión bizantina discernir que es menos malo, un gobierno deshonesto o un gobierno ineficiente. Ambos son no deseables y no deberíamos transigir con ninguno de ellos.
Finalmente, la retórica quedo de lado. Los recientes acontecimientos en toda Latinoamérica, dominados por constructoras brasileñas, auspiciados por dos gobiernos de izquierda de su país, evidencian que además de ineficientes, los gobernantes de izquierda pueden ser tan (o más) corruptos que cualquier gobernante de derecha o centro.
Me resulta especialmente sorprendente la actitud de la actual lideresa de la izquierda peruana, Verónica Mendoza, quien sin el más mínimo decoro, convoca a una “marcha contra la corrupción”, cuando ella fue no sólo testigo, sino partícipe de la recepción de fondos venezolanos para sus entonces jefa Nadine Heredia.
Siempre hemos escuchado las críticas feroces contra la injerencia norteamericana en nuestros países, pero, ¿es correcto que Venezuela (para ser precisos su dictador izquierdista) financie una campaña política interna en nuestro país? ¿Es saludable para el país que sean gobiernos extranjeros o constructoras corruptas las que financien la llegada de caros asesores para campañas políticas?
La doble moral de quienes dicen ser de izquierda resulta, por lo menos, inquietante. Mientras mantienen una silenciosa complicidad con el gobierno venezolano, nuestras ciudades van recibiendo cientos o miles de ciudadanos venezolanos que han tenido que huir del paraíso creado por el socialismo del siglo XXI. Cuando era joven, cientos de miles de peruanos tuvieron que salir del país, muchos de ellos hacia Venezuela, que a pesar de sus problemas, era un país viable. Hoy encuentro venezolanos como mozos en una pequeña cevichería en Surquillo, en una tienda de chocolates en Ica o simplemente vendiendo Arepas por el centro de Lima.
La izquierda ha tenido más de 15 años para demostrar que, además de ineficiente, es corrupta, inmensamente corrupta. Salvo Mujica, todos los izquierdistas en el poder han demostrado, con honores, para que son útiles y que pueden hacer por sus países. La ineficiencia y la deshonestidad es una mezcla nefasta para Latinoamérica.