Nelson Torres Balarezo
Consultor
Para Lampadia
Por trabajo, visité Chachapoyas los últimos trimestres del año 2020 y 2021. El año 2020 caminé por calles semivacías, las restricciones por la Pandemia aún vigente limitaban los viajes y, de hecho, el flujo de turistas era casi nulo. Aun en esta situación, había comensales en los restaurantes y pasajeros en el hotel, supongo gente como yo, que había viajado por trabajo. El año 2021 la situación todavía no era normal, pero era común cruzarse con turistas extranjeros en el Jr. Amazonas, o escuchar conversaciones en diferentes idiomas en restaurantes que operaban casi con normalidad.
El 2022 no fui. Volví a Chachapoyas hace dos semanas. La situación que encontré distaba mucho de la que esperaba. Fui por trabajo y no me preocupé por averiguar si Kuelap operaba o estaba cerrado. Al llegar, las quejas de los taxistas y otros transportistas me permitieron conocer que las ruinas estaban cerradas por los derrumbes de abril del año 2022. El encantador nuevo hotel en el que me hospedé, casi vacío. Los restaurantes a los que fui, monumento a la soledad.
El desánimo de las personas con las que pude conversar era muy grande. Chachapoyas es una ciudad hermosa, sin ninguna duda, una de las más bellas del Perú, pero por sí misma, no es un destino de turismo receptivo. Kuelap es el principal atractivo de la región y desde su visita, los turistas pueden articular otros circuitos: las cataratas de Gocta, Karajia, Leymebamba, los hermosos pueblos de Luya y Lamud o el bello valle de Rodríguez de Mendoza.
Todo el turismo en Amazonas se articula alrededor de Kuelap. Tomando como base este atractivo, se programan los demás tours. Sin Kuelap, el sector turístico de Chachapoyas languidece y se pierden cientos o miles de empleos, quiebran decenas de emprendimientos y se tienen que cerrar hoteles con fuertes inversiones. Todos pierden.
Además del cierre de Kuélap, que es una causa específica del deterioro del sector turístico en la región, las criminales marchas de los castillistas afectaron dramáticamente la afluencia turística a Amazonas, haciendo casi nula la llegada de viajeros. Si bien la región estuvo tranquila, sin mayores protestas, el deterioro de la imagen del país agravó aún más la falta de Kuelap como destino; en tanto en el contexto nacional Chachapoyas es un destino complementario, no central.
Y que hace nuestro gobierno, reuniones, visitas, coordinaciones, mesas, talleres, pero no soluciones. Si bien la prioridad es proteger las ruinas del deterioro, es posible mantener las visitas por los exteriores de la fortaleza, a una distancia que permita apreciar su magnífica arquitectura y a la vez no afecte las obras de protección que son necesarias (y que no se hicieron en el momento oportuno).
Con poca sensibilidad y respeto por cientos o miles de personas que han visto afectados sus inversiones, sus trabajos, sus ingresos, funcionarios públicos que tienen un sueldo asegurado informan que “Es un hecho que sí se va a reabrir. Aproximadamente entre junio y julio, no tenemos la fecha definida, es de acuerdo a los avances que haga el Ministerio de Cultura y que dé la opinión favorable para la reapertura de Kuélap”. Se esperaba la reapertura para mayo, ahora quizás en junio, siendo probable julio, agosto o más allá. Tal vez el 2024. Más de un año para definir rutas en el entorno de las ruinas, que permitan apreciarlas sin riesgo para los turistas ni afectación por el patrimonio. La urgencia y la eficiencia no son palabras de uso común en nuestro sector público. Lampadia