Por: Natale Amprimo, excongresista
Perú21, 19 de julio de 2020
La urgencia de cambiar el gabinete era una necesidad advertida por tirios y troyanos; el gabinete que presidía Vicente Zeballos –nacido de manera poco ortodoxa, por decir lo menos– no gozaba de buena salud, para hablar en términos médicos. Es más, quienes desempeñaban el cargo en las importantísimas carteras de Salud y de Justicia y Derechos Humanos, Víctor Zamora y Fernando Castañeda, respectivamente, se quedaron sin oxígeno y no precisamente por haber sido contagiados de COVID-19, sino por una gestión mediocre y desacertada.
Desde mi óptica, el país, en este último año, necesitaba un gabinete presidido por un político, concertador y dialogante. No se olvide que, en este último año, el presidente de la República tiene una prohibición constitucional expresa y absoluta que le impide recurrir, o amenazar al menos, a la disolución congresal; como se lo deben haber advertido los operadores constitucionales del régimen.
Es conocido el principio geopolítico según el cual la diplomacia actúa cuando las fuerzas decaen. Sin embargo, eso era difícil de lograr con un presidente que, sostenidamente, se esfuerza en ser el más conflictivo del barrio.
En ese sentido, debo reconocer que con un gobernante de tales características, mucho me temo que un premier concertador y de buenas maneras hubiera quedado, al corto tiempo, desairado por algún impromptu presidencial.
Pedro Cateriano, qué duda cabe, es una persona confrontacional y controvertida, pero tiene la cabeza bien asentada. No lo veo dando rienda suelta a postulados populistas como los que el anterior gabinete permitía, cuando no alentaba. Pueden disgustarnos algunas actitudes o declaraciones, pero sabe por dónde debe ir el país en materia económica, por lo que –espero no equivocarme– atajará cualquier canto de sirena, como los que, sin rubor, se planteaban al interior del anterior gabinete ministerial. Es más, no me extrañaría que su principal confrontado sea el presidente, antes que el Congreso.
Por otro lado, el haber indicado que son solo tres los objetivos a los que se abocará su gestión, me parece impecable: luchar contra la pandemia; destrabar el aparato estatal para relanzar la economía; y, finalmente, garantizar unas elecciones generales impecables, en las que el gobierno sea neutral.
¡Qué bien que la sensatez se escuche por fin!; basta ya de medidas “históricas”, como las que todos los días escuchamos anunciar a ciertos congresistas, convertidos en una suerte de nuevos parteros de la patria. No sigamos impulsando, a troche y a moche, esta llamada reforma –en realidad, creo que el término deforma le caería mejor– política, cuando ya están convocadas las elecciones. Cerremos ese capítulo; los cambios de esa envergadura requieren reflexión y madurez y, a decir verdad, no está la Magdalena para tafetanes.
El actual gabinete debe dar una primera muestra de sensatez política, observando la ley de creación de las dos curules para peruanos en el exterior, que no es otra cosa que vender una ilusión a los peruanos que viven fuera de nuestro territorio, a costa de subrepresentar a los que viven en él. Su promulgación generaría una nueva desilusión, cuando no una pesadilla.
Finalmente, saludo la designación de la doctora Pilar Mazzetti al frente del Ministerio de Salud; mujer valiente y clara, con una trayectoria profesional impecable. A algunos no les gusta su franqueza –el estilo es el hombre, dice el dicho–, pero, al igual que Cateriano, nadie discute su honestidad y eso, en los actuales tiempos, es oro de ley.