Por Mirko Lauer
(El Comercio, 29 de Mayo de 2015)
El paro en seis regiones del sur, ayer y hoy, es formalmente contra Tía María, pero en verdad supera ese tema. Cuando el paro fue convocado el proyecto minero ya estaba herido de muerte por dos meses de manifestaciones, algunas de ellas violentas, en la provincia arequipeña de Islay. Pero había surgido un clima de protesta en la macrorregión, que debía ser aprovechado.
El factor clave para el ambiente de esta movilización es el estado de emergencia que ha seguido a la escalada policial y militar de mayo. Esto le ha recordado a la población de las regiones su esencial contradicción con el gobierno, un argumento que va más allá de lo minero. Un descontento acuñado a lo largo de cuatro años.
El desagregado de la impopularidad de Ollanta Humala por regiones no muestra un mayor rechazo en la zona sur. Pero en Tía María la macrorregión ha encontrado un catalizador. No para la virulencia del valle de Tambo, pero sí para un paro moderado (también por el estado de emergencia) cuyo objetivo de fondo es enviarle un mensaje al poder de Lima.
Los analistas consultados en ciudades de la macrorregión hacen notar el carácter anti Humala del paro. El sentimiento más mencionado es un sentirse despechados por la diferencia entre el Humala candidato que los visitó y el Humala Presidente que ahora debe reprimirlos. De ser así estaríamos ante la cobranza de una no tan vieja factura política.
Para las posturas más a la izquierda ha sido la oportunidad de sumar sus reclamos más locales, con la esperanza de que merezcan la misma atención que la causa de Tía María. No parece haber sido así, y el único pliego fuera del minero termina siendo un malestar difuso que todavía no está encontrando expresión política, ni socios políticos interesantes.
No hay que ser adivino para entender que esas regiones no van a votar por un candidato del nacionalismo, o percibido como vinculado al nacionalismo. Si sumamos a Cusco, que no se sumó al paro, el bolsón electoral perdido por Humala es gigantesco, y hasta decisivo. Lo cual no garantiza que el bolsón vuelva a votar por un candidato venido de la izquierda.
Pero podría hacerlo. Pero el carácter difuso del pliego de este paro es en cierto modo una imagen en el espejo de la fragmentación de las izquierdas en el país. Incluso un programa tan concreto como el antiextractivismo es más fuerte en sus expresiones locales que en una agrupación con proyección nacional, como las que circulan por la capital.
Los grupos radicales que se sumaron al paro en multitud de localidades parecen tener una agenda muy local, poco regional, y nada nacional. Eso no les impide ser eficaces movilizadores de poblaciones descontentas, pero sí define sus alcances para el 2016.