El Vladimir Putin que Ollanta Humala acaba de visitar es un gobernante preso en medio de una tormenta. El cambio se acerca en picada a 50 rublos por dólar, vs 35 hace seis meses. El precio del petróleo sigue cayendo. El gobierno ruso empieza a enfrentar un horizonte de problemas presupuestales, por los US$ 15 de diferencia en el cálculo del precio del petróleo.
Cuando el semanario Forbes declara a Putin la persona más poderosa del mundo, hay en eso mucho de ironía: es el hombre que se salió con la suya frente a dirigentes mundiales realmente mucho más poderosos que él. Además es el político que con más agresividad le está dando a la maquinita nacionalista en un mundo globalizado.
Así, la popularidad de Putin está colgada de sus gestos militares y nacionalistas eficaces en Ucrania. Fue muy aplaudido en casa cuando invadió Crimea. No tanto cuando empezó a buscar la protección de China. Ahora llega un invierno de crecientes dificultades económicas, y el hombre fuerte puede empezar a tiritar un poco.
Sin embargo el hábil Putin tiene cartas a su favor. La campaña de Ucrania, que todavía se mantiene a través de la rebelión armada en ese país, fue vista por los rusos (y por muchos analistas de fuera) como un golpe maestro contra occidente, y Europa en particular. El imperio ruso volviendo por los territorios perdidos, y algunos más.
Tan eficaz fue el golpe de mano ruso que la reciente debacle política de Barack Obama se atribuye a que perdió esa primera batalla de una nueva guerra fría en los campos de Europa del este. Las sanciones económicas a Rusia han tenido pegada, pero no han podido modificar los términos básicos de la ecuación militar.
En un artículo de The New York Review of Books de esta quincena George Soros dice que “Europa enfrenta un desafío de Rusia a su existencia misma”. Aunque no lo expresa con todas sus letras, el financista húngaro ve a Ucrania como una suerte de Polonia en el escenario de los años 30. Su frase final: “La Unión Europea puede salvarse salvando a Ucrania”.
Pero salvar Ucrania al parecer viene de la mano con una suspensión de la política de austeridad que Europa está siguiendo, con Alemania a la cabeza. Al argumento de Soros es tajante: la ofensiva de Putin va más allá de Ucrania, y nadie se prepara para la guerra adormeciendo su economía. Aunque cabe responder también a Putin se le está adormeciendo la economía.
Pero los problemas europeos de esta hora no son solo de incomprensión de lo que está sucediendo con Rusia y de indecisión, como plantea Soros. También hay factores como que los problemas económicos de Europa son reales, y nada fáciles de revertir hacia una reactivación. Además muchos países de Europa necesitan el gas ruso.