Por Mirko Lauer
La República, 13 de diciembre de 2021
“Cusco hubiera tenido dos valores importantes para Morales. Uno es que hubiera permitido jugar con la idea de un nuevo imperio incaico. El otro es que hubiera sido clave a la hora de aplicar presión continental por una salida boliviana al océano Pacífico”.
¿Estaba Evo Morales usurpando los fueros del gobierno peruano al organizar por su cuenta una reunión geopolítica en el Cusco? Claro que sí. El político boliviano ha venido abusando de la bienvenida que le dieron aquí algunos dirigentes, reales o fingidos, del nuevo gobierno. Para algunos sectores de nuestra política ya se ha convertido en persona non grata.
¿Por qué la fracasada elección del Cusco para el lanzamiento del llamado Runasur? Morales no solo quiere hacer una nueva versión del fallecido Unasur, sino además desea hacer del recién nacido una organización capaz de imponer sus ideas neoindigenistas a la imagen total de América Latina.
Cusco hubiera tenido dos valores importantes para Morales. Uno es que hubiera permitido jugar con la idea de un nuevo imperio incaico. El otro es que hubiera sido clave a la hora de aplicar presión continental por una salida boliviana al Océano Pacífico a expensas del Perú. Algo así como una invasión simbólica del territorio.
Es probable que Morales tenga intenciones de volver a la presidencia de Bolivia, y qué mejor instrumento que un Runasur cuyo primer presidente natural sería él mismo. Instalarse en una suerte de eje La Paz-La Habana le daría a sus proyectos el peso que ahora no tiene. Por ejemplo para arrinconar a Lima y a Santiago en un solo movimiento.
Durante buena parte de su paso por la presidencia Morales se dedicó a atacar al Perú, convencido de que eso lo acercaría al cumplimiento de las promesas que creía haber recibido de Chile. Esa estrategia fracasó, y ahora lo tenemos en casa, haciendo política boliviana sobre territorio peruano, ayudado por runa-felipillos.
El incidente Runasur puede ser visto como el primer acto de presión del bloque ALBA sobre la política exterior peruana. Quizás en algún centro de toma de decisiones ya se está viendo a toda América Latina como territorio liberado para un autoritarismo con ropajes ideológicos. Tiempos de guerrilla diplomático-electoral.
Que Morales lance su Runasur desde terrenos bolivianos (el antiguo Tiahuanaco), sería más adecuado y más sincero. Este país no ha olvidado los intentos de desmembrarlo en el siglo XIX, ni el infausto entrometimiento de algunos políticos bolivianos en asuntos peruanos ocurridos más tarde. Morales es el heredero de todos esos despropósitos.