¿Dónde colocar a los que salen de la pobreza? Generalmente los ubicamos en un casillero aritmético-estadístico: cuánto están ganando ahora y cuántos son. El siguiente paso es definirlos: ahora son iguales, digamos, a los que ya antes estaban ganando lo que los recién salidos de la pobreza están ganando ahora. Clase media es el hoy polémico término para esa comparación definidora.
A muchos el término no los convence en absoluto. Para algunos simplemente no puede ser verdad tanta belleza. Para otros no es lo mismo ser de clase media que ser como de clase media. En esto último viene implícito que se necesita una expresión diferente para aquellos que las mediciones económicas estándar identifican como ex pobres. Se plantea en cierto modo que no es el ingreso el que define la clase social.
¿Cuál es el factor irritante? Hay más de uno. Para algunos economistas llamar clase media a los ex pobres distorsiona las cosas. Para algunos politólogos la conducta de los recién llegados no corresponde a la nueva condición de clase atribuida. Los opositores perciben el término como un instrumento de manipulación y maquillaje de la realidad por parte de los gobiernos.
El asunto es la estratificación. Es decir cómo se percibe que está ordenado el king-kong de los recursos, y en consecuencia de los privilegios, en una sociedad. En efecto, en ninguna teoría el ingreso por sí mismo basta para definir una clase social. Menos todavía en los porcentajes de aumento que estamos viendo en algunos países de América Latina en estos tiempos. Un obrero próspero no deja de ser un obrero.
En otras palabras, la clase media puede ser vista como un producto automático de la mejora económica, o bien como un club con requisitos extrasalariales para el ingreso. Cierto nivel de ingresos es indispensable para entrar al club, pero no suficiente. En el segundo caso es vital, además, que la persona quiera inscribirse. En un país con profundas grietas culturales, esto último no siempre es el caso.
Pero negar la expresión clase media no va a eliminar la realidad del proceso de emergencia social en curso. Quizás la clase media no está creciendo al ritmo sugerido por las cifras de aumento de los ingresos, pero es evidente que se está expandiendo. Parte de esa expansión tiene que estar siendo protagonizada por quienes vienen de la pobreza y no tienen deseo alguno de volver a ella.
Mientras tanto estamos con un problema que es sobre todo de nomenclatura. ¿Podría funcionar el uso de clase media al lado de nueva clase media? ¿Trabajadores del sector B y C? ¿Sectores sociales emergentes? Probablemente mientras toda esa gente a la que nos referimos no empiece a pensar en el asunto, no encontraremos la expresión justa. Por lo pronto allí está la campaña publicitaria “No soy pyme, soy empresario”, que está pegando.
Publicado en La República, 25 de octubre del 2013