Por: Miguel Palomino
La República, 10 de Mayo del 2023
“En resumen, para reducir la pobreza es imprescindible lograr el crecimiento sostenido e inclusivo que logró el Perú en los primeros 20 años de este siglo…”.
El Banco Mundial publicó hace unos días el documento “Resurgir fortalecidos: evaluación de pobreza y equidad en el Perú”. El documento hace referencia al muy exitoso proceso de crecimiento económico y disminución de la pobreza que ha tenido Perú durante este siglo, hasta antes de la pandemia. Se refiere también al hecho de que el Perú fue el país de América Latina que más sufrió por la pandemia, tanto en fallecimientos por número de habitantes como en disminución del ingreso y producto de su población.
Sin embargo, lo más importante del documento es lo que sugiere para enfrentar hoy la pobreza y la desigualdad en el Perú. En la medida en que esto lo sugiere el Banco Mundial, las sugerencias quedan libres de cualquier tinte partidario y las hace, de alguna manera, las mejores prácticas a nivel global.
Del documento se desprende que lo más importante es volver a crecer a tasas altas y sostenidas. “En el pasado, el crecimiento sostenido e inclusivo impulsó un proceso sustancial de reducción de la pobreza y desigualdad”. Además, el Banco Mundial estima que “85% de la reducción de la pobreza […] se debió al crecimiento económico” y que solo 15% se debió a políticas redistributivas. Es decir, el remedio para reducir la pobreza es un mayor crecimiento económico.
En segundo lugar, se deben centrar los esfuerzos en combatir “los altos niveles de informalidad y la limitada protección social”, que generan una baja calidad del empleo y alta vulnerabilidad a la pobreza ante choques económicos.
En tercer lugar, “a pesar de las mejoras en el acceso a los servicios públicos, el acceso y la calidad son inadecuados” y desiguales. Así, por ejemplo, si bien “el acceso a un paquete básico de agua potable, saneamiento, electricidad e internet se ha duplicado en la última década” y “más de la mitad de los hogares urbanos tiene acceso a un paquete básico”, este paquete está disponible para “solo el 6% de los hogares rurales”.
En cuarto lugar, el Perú tiene menores ingresos fiscales y consecuentemente menor capacidad redistributiva que sus pares. Esto se debe a la alta informalidad y la elevada evasión, así como a las elevadas exoneraciones (este tema lo traté hace dos semanas en la columna titulada “Mitos tributarios”).
En resumen, para reducir la pobreza es imprescindible lograr el crecimiento sostenido e inclusivo que logró el Perú en los primeros 20 años de este siglo. Además, se debe poner especial énfasis en reducir la informalidad y mejorar la protección social, mejorar la provisión de servicios públicos y lograr mejores recursos fiscales.
¿Cómo crecemos más? Con mayor inversión, que es la única forma en que se puede crecer. Para lograr esta inversión se debe priorizar “los esfuerzos para favorecer a los sectores con alto potencial de crecimiento” y también buscar “la eliminación de las barreras estructurales de la economía”.
Para disminuir la informalidad y aumentar la protección social es necesaria “mayor flexibilidad en las leyes laborales y reducción de los costos relacionados con la formalización”, reformar el impuesto a la renta que incentiva el enanismo empresarial y minimiza la cantidad de trabajadores contribuyentes. Asimismo, “el acceso a la seguridad social debe estar separado de la situación laboral de los trabajadores”.
La provisión de los servicios públicos, una tarea en la que el Estado ha fallado, requiere que este oriente sus esfuerzos a lograr, con eficiencia y eficacia, que la población, sobre todo la más necesitada, tenga acceso a ellos. Obtener los recursos para esto requerirá de una reforma fiscal.
Reiniciar los motores de crecimiento aprovechando nuestras enormes potencialidades y asegurando un mejor futuro para las familias peruanas es una obligación de nuestras autoridades. El Perú ya lo hizo y puede volver a hacerlo. Pongámonos de acuerdo y trabajemos juntos.