Miguel Palomino
La República, 6 de agosto del 2025
Aunque las cifras son positivas, no es momento de celebrar una nueva etapa de crecimiento económico.
A los lectores que no suelen seguir las noticias sobre el producto bruto interno (PBI) que se publican cada mes, les ruego tengan un poco de paciencia. Después de revisar algunas cifras, discutiremos temas más interesantes para todos. Para quienes sí siguen estos datos, habrán notado que las cifras publicadas de abril y mayo fueron mejores de lo esperado. El crecimiento fue del 5,3% y 5,0% respectivamente, lo cual es notablemente superior al 1,4% del primer trimestre de este año o a la caída de 0,6% en 2023.
Aunque estas cifras son positivas, no es momento de celebrar una nueva etapa de crecimiento económico. Al analizar más a fondo, vemos que los datos no son tan buenos. Si examinamos las cifras que se han venido adelantando para junio, se espera un crecimiento de aproximadamente la mitad del registrado en mayo, lo cual confirma nuestras sospechas. ¿Por qué sucede esto?
En los meses de abril y mayo, el ritmo de crecimiento elevado se dio por crecimientos extraordinarios de la agricultura y la pesca (junto a su producción industrial asociada de harina de pescado). En ambos casos se debió a la recuperación de fenómenos climáticos en similares fechas del año pasado. ¡El crecimiento promedio de la agricultura en esos meses fue de más de 19%, la pesca creció más de 250%, y la fabricación de harina de pescado tuvo un impresionante 17,000%! Sin embargo, estos números no se mantendrán, y las cifras iniciales de junio muestran una caída del 1,6% en agricultura y un aumento de “solo” 57% en pesca, que sigue siendo notable, pero mucho menor que en mayo.
Estos sectores, aunque importantes, representan una pequeña parte del producto: la agricultura representa menos del 4% del PBI, la pesca menos del 1% del PBI, y la manufactura de harina de pescado menos del 0,3% del PBI. A pesar de ello, debido a sus altas tasas de crecimiento, estos sectores contribuyeron significativamente al crecimiento agregado en abril y mayo.
En todo caso, con las cifras disponibles de junio, se estima que el crecimiento del segundo trimestre habría sido de aproximadamente 3,7%. Si consideramos que el primer trimestre creció 1,4% y que, según los estimados del Instituto Peruano de Economía, en el tercer y cuarto trimestre probablemente el crecimiento anual podría situarse algo encima de 3%, nos resulta en un crecimiento de alrededor de 3% para el año. Aunque esto es mejor que el promedio de los últimos cinco años, sigue siendo insuficiente para reducir la pobreza, que actualmente es 29%, y devolverla al nivel previo a la pandemia de 20%. Además, recordemos que parte del crecimiento de este año se debe a un efecto estadístico dado que el año pasado fue muy malo, lo que no se repetiría en el futuro.
Así, vemos que, en la actual situación, el crecimiento será alrededor de 3% (con suerte) en el futuro previsible. Como necesitamos alcanzar un crecimiento de aproximadamente 4% para reducir la pobreza consistentemente y de aproximadamente 5% para hacerlo a un ritmo aceptable, debemos encontrar la manera de crecer a dos puntos anuales por encima de la actual tendencia. Para que entendamos la enorme diferencia entre estas dos tasas de crecimiento basta con verificar que creciendo a 3% duplicaríamos el producto por habitante en 35 años, mientras que creciendo a 5%cuadruplicaríamos el producto por habitante en los mismos 35 años.
¿Entonces, cómo logramos hacer que el PBI crezca a 5% al año? Lo sorprendente es que hay una sola respuesta, independientemente de nuestra posición política: tenemos que aumentar sustancialmente la inversión. La inversión es la única manera de aumentar sosteniblemente el empleo y el producto.
Si bien teóricamente podríamos lograr esto con inversión pública, esta representa solo un quinto de la inversión privada. Así, para igualar los resultados de la inversión privada, la inversión pública tendría que crecer cinco veces más, lo cual requeriría aumentar los impuestos dramáticamente para poder financiarla. Eso si asumimos que los peruanos creemos que la inversión pública va a ser eficiente y que no se desperdiciará, como sucede con frecuencia en el sector público. Casi imposible.
¿Qué hay que hacer entonces para aumentar la inversión privada? Como ya he dicho en esta columna, nada que no quisiéramos. Se deben establecer reglas claras, sensatas y generales que se mantengan estables en el tiempo para que los inversionistas puedan invertir con confianza. No se debe dar ninguna gollería ni favor especial a nadie.
En este sentido, resulta positivo que dentro de las cinco horas que duró su discurso de fiestas patrias, la presidente dedicó unos minutos a indicar el apoyo del gobierno a diversos proyectos de inversión privada, lo cual marca una clara diferencia con lo que se venía dando en años recientes. Este cambio de actitud se ha dado porque estando en el poder se torna obvio, como debería serlo para todo el mundo, la necesidad de mayor inversión privada para crecer. Si alguna esperanza le queda a Dina Boluarte para aumentar su alicaída popularidad, esa es aumentar sustancialmente el ritmo de crecimiento.
En conclusión, para poder sacar de la pobreza a los peruanos (a un ritmo aceptable) tenemos crear muchos empleos y para hacerlo tenemos que crecer a tasas altas. Esto solo se logrará aumentando sustancialmente la inversión privada, lo cual noes un misterio ni una tarea imposible. Ya lo hemos hecho antes: durante más de veinte años crecimos al 5% anual, creamos empleo como nunca y este empleo logró sacar a un tercio de los peruanos de la pobreza. ¡Es un logro extraordinario!
Para repetir esta hazaña necesitamos un ritmo de crecimiento de la inversión privada de 10% al año por 20 años ¡El nivel de inversión privada se multiplicó por casi 8 veces en 20 años! Lo que le falta al Perú hoy en día es inversión, inversión que cumpla con toda la legislación vigente y en igualdad de condiciones.
La inversión privada en el Perú en los últimos cinco años creció a un ritmo de 1%, es decir, la décima parte de lo necesario para crecer al ritmo de 5%. Incluso para este año de mayor crecimiento las estimaciones fluctúan entre 2% y 3%, aún groseramente insuficiente. Se necesitará de un gran esfuerzo para lograr crecer a una tasa promedio de 10% al año por un largo periodo.
Sólo con ese nivel de inversiones seremos capaces de lograr crecer lo necesario para crear los empleos que reducirán la pobreza rápidamente, como ya ocurrió en el pasado. Ese debe ser nuestro objetivo, nuestro norte. Un objetivo claro y medible que puede ser exigido a los gobiernos de turno y al que nadie puede decir que es imposible de lograr, porque ya hemos hecho antes. Un objetivo al que nadie se puede oponer.