Miguel Palomino, Presidente del Instituto Peruano de Economía
La República, 16 de abril del 2025
La reciente política arancelaria de EEUU ha generado incertidumbre global y revive errores del pasado. Es momento de recordar por qué el libre comercio, con reglas claras, ha sido fuente de prosperidad mundial.
Gran parte de las noticias económicas de las últimas semanas han girado alrededor de un solo tema: la Incertidumbre que ha generado en todo el mundo el intento del presidente de los Estados Unidos por reformar y redireccionar el comercio internacional. Esto nos da una excelente oportunidad para obtener valiosas lecciones de economía aplicables en todo el mundo.
Antes de analizar la situación es importante entender qué ha ocurrido. En términos sim-ples, Estados Unidos ha amenazado con poner -y en algunos casos ya ha aplicado- altos y variados aranceles (es decir, impuestos a la importación) a una parte muy significativa de los productos que compra del exterior. Esto, por considerar que el sistema actual es muy injusto con ellos. Al ser EEUU el mercado más grande del mundo, esto tiene efectos globales. Estos efectos globales crecen cuando la reacción de parte del segundo y tercer mercado más grande del mundo (Europa y China) ha sido responder y desatar una guerra comercial de consecuencias impredecibles.
La primera lección y la más fácil de explicar es el efecto negativo que tiene sobre la economía una alta incertidumbre. Esta incertidumbre se hubiera dado aun cuando no existiera ninguna duda sobre las políticas que seguirían los países involucrados en la guerra comercial. El solo hecho de elevar significativamente los aranceles y ocasionar una guerra comercial genera dudas sobre los resultados que tendrá. El que EEUU haya anunciado repetidas veces importantes políticas arancelarias para luego desdecirse en cuestión de días o incluso horas hace que la incertidumbre aumente.
¿Por qué la incertidumbre tiene efectos negativos sobre la economía? Como lo hemos indicado anteriormente, muchas de las más importantes decisiones económicas, particularmente la de invertir, están basadas en cálculos inciertos sobre el futuro. Mientras mayor sea la incertidumbre, menor será la inversión, ya que parte importante de ésta puede esperar a que un panorama incierto se vuelva algo más predecible. Los anuncios contradictorios de política arancelaria causan aun mayor incertidumbre y reducen el crecimiento económico. Por ello es que hoy se habla de una posible recesión mundial y por ello es por lo que las bolsas de valores de todo el mundo han fluctuado tanto y se han desvalorizado en billones de dólares.
Un problema similar es el que ha tenido el Perú en la última década. La elevada incertidumbre política ha frenado significativamente el ritmo de crecimiento del país y, como consecuencia, ha disminuido también la capacidad de nuestra economía para reducir la pobreza.
Una segunda lección que se puede obtener del episodio de los aranceles se desprende de sus objetivos. El principal objetivo que persigue el presidente de EEUU con los altos aranceles es hacer más caros los bienes importados de tal manera que estos se produzcan nuevamente en los EEUU. Es decir, quería «reindustrializar» al país. En décadas pasadas, en Latinoamérica tuvimos una discusión sobre la validez de esta política, pero hoy en día ha quedado bastante claro que, llevada a extremos, esta política es desastrosa, y que incluso en versiones más moderadas es muy mala.
En el Perú, por ejemplo, en tiempos del gobierno del general Velasco, dicha política se llevó al extremo, de modo que el mundo no podía competir con la producción nacional de casi cualquier cosa y los peruanos tuvimos que pagar sumas absurdas por una serie de productos en general de mala calidad (zapatillas, refrigeradoras, autos ensamblados localmente, etc.) que se producían en el Perú libres de competencia y sin ningún incentivo a innovar o a bajar de precio. En el Perú, el rotundo éxito de la política de libre comercio internacional de las últimas décadas es evidente, pero a los norteamericanos, que no han conocido algo distinto al libre comercio en más de 80 años, todavía se les puede vender el cuento.
La llamada «industrialización por sustitución de importaciones» no funciona porque no incentiva a los productores a mejorar sus productos, y traslada todos los costos a los consumidores, que terminan pagando más sin recibir nada mejor a cambio.
Una tercera lección que se puede extraer de la política arancelaria estadounidense es que, en general, una política funciona mejor si se establece un horizonte razonable de tiempo para que opere. Existen unos pocos casos-parar una inflación galopante, por ejemplo-en que esto no es así, pero casi siempre hay que adecuar la política al tiempo de respuesta real de la economía. Cuando se espera que una industria se establezca en un país, no tiene sentido subir fuertemente los aranceles de todos sus insumos y bienes de capital. Tampoco se puede esperar que todas las industrias surjan simultáneamente de la nada. El mundo real no se asemeja a la película Todo en todas partes a la misma vez. Lo único que se puede asegurar con una política como la que se ha puesto en práctica es que va a darse un fuerte aumento de precios y un desequilibrio nunca visto en los mercados,
Una cuarta lección de los recientes acontecimientos es lo sorprendente que resulta escuchar que Estados Unidos el país que ha estado en el centro de la prosperidad generada por la globalización del comercio y que se ha beneficiado enormemente del sistema de pagos internacionales basado en el dólar-se presen-te ahora como una «victima» de un supuesto abuso sistemático por parte de otros países. Cuesta más creer que una parte importante de la población estadounidense se muestre de acuerdo con semejante disparate. El sistema es, como todo, perfectible y podrá haber casos puntuales en los que a los EEUU no resulto un ganador, pero decir que el sistema le fue dañino en general muestra un desconocimiento fenomenal del mercado mundial.
El comercio internacional basado en reglas estables ha dado al mundo prosperidad como nunca en la historia. Quien pretenda desestabilizarlo sin entenderlo empuja al mundo entero a un futuro sin reglas, basado únicamente en quién es más fuerte y sin reconocer que en el intercambio pueden ganar las dos partes. Esta es quizás la lección más importante: comprender que el comercio internacional con reglas es una fuente de riqueza y que lo contrario implica pobreza y espacio para la corrupción.
Por supuesto, hay quienes están viendo las nuevas políticas de EEUU con la esperanza de que los países regresen a regresen a las épocas en que los productores locales -protegidos detrás de infranqueables barreras comerciales- mantenían cautivas a las familias con productos de mala calidad y alto precio. Quienes prefieren la arbitrariedad como norma y a la prebenda como estrategia de negocio. Esta lección, decíamos, la tenemos demasiada fresca nosotros los peruanos como para caer en la trampa. Pero ojalá él resto del mundo la descubra rápido también.