Por Michel Hoffmann Ibáñez – M.A. Economía Internacional y Gobernabilidad
Para Lampadia, 2 de febrero de 2018
El papa Francisco llegó a Perú trayendo su mensaje de paz, unión y esperanza. En su discurso del jueves 18 de enero del presente, en Palacio de Gobierno, con la presencia del presidente Pedro Pablo Kuczynski y otros representantes del Estado, el sumo pontífice destacó el patrimonio cultural del Perú y su biodiversidad, pero también advirtió sobre las amenazas latentes que nos aquejan; entre ellas, la corrupción y la minería ilegal. Además, el santo padre pidió a las autoridades, que ocupan cargos de responsabilidad, esforzarse y trabajar para generar oportunidades para todos los peruanos y peruanas, y que estos puedan establecer lazos de fraternidad y equidad con su prójimo.
En el contexto antes mencionado, el Perú viene atravesando una crisis política que es producto de la polarización, el enfrentamiento y el pensamiento binario. Estos hechos se vieron agravados en el mes de diciembre con el pedido de vacancia presidencial y por el posterior indulto humanitario al expresidente Alberto Fujimori. Con la llegada de las festividades de Navidad y Año Nuevo, llegó también una especia de tregua, y la visita de su santidad nos puso a todos en #modopapa. Lo indiscutible es que el verano, con las lluvias y huaicos, como también las investigaciones en torno al caso Odebrecht, podría traer nuevas crispaciones sociales y políticas, ocupándonos nuevamente por la necesidad inmediata y dejando de lado la agenda país.
La agenda del Perú, la agenda del bicentenario, debe estar centrada en las necesidades y visión de país que queremos, tanto en el mediano como largo plazo. Dicha agenda, que en la teoría ha sido desarrollada por el Centro de Planeamiento Estratégico, debe guiarnos hacia el Perú que queremos, basándonos en data objetiva y no en intereses particulares. En este sentido, el respeto por el prójimo, el diálogo, la descentralización, la lucha contra la corrupción y el desarrollo social y económico son los pilares de la democracia y aspectos fundamentales en nuestro desarrollo como sociedad. Al ser 2018 un año electoral, es fundamental que todos los vecinos actuemos en política, entendida como la actividad del ciudadano que interviene en asuntos de carácter público, ya sea con su opinión, voto o de cualquier otra forma.
Según la opinión que se refleja en los reportajes y encuestas, la ciudadanía pide una renovación total de la clase política, inclinándose por figuras honestas, emprendedoras y resolutas. Los vecinos, independientemente de su localidad, piden que sus problemas diarios como la inseguridad, tráfico, orden y limpieza sean solucionados de manera práctica, más allá de las diferencias en ideologías y de la retórica política.
Finalmente, es indispensable que los jóvenes, portadores del cambio, piensen en qué ciudad y país quieren para ellos mismos y para sus familias. Es necesario mirar más allá de las narices y discutir acerca de las propuestas municipales y apuntar a resolver de manera conjunta los problemas cotidianos.
Como ya nos lo decía el poeta César Vallejo, hay hermanos muchísimo que hacer.