Max Schwarz
CEO B&G Family Office & Investment Funds
Para Lampadia
En el Perú el proceso de formalización minera ha fracasado. De los más de 600 mil mineros informales solo 45 mil iniciaron el trámite con una simple Declaración Jurada y de ellos menos de un millar avanzaron con los burocráticos requisitos contractuales y ambientales que el sistema les exige. No existe incentivo real para formalizarse. Se requiere desarrollar un nuevo y creativo mecanismo nacional basado en el mejoramiento de la cadena de suministro para implementar un conjunto descentralizado de hubs mineros a nivel nacional con centros de acopio formales que permitan registrar y financiar (ore-warrants, fideicomisos, ore-lending, ore-factoring, etc.) la producción efectiva de la actual minería artesanal e informal dotándolos de formalidad, conocimiento geológico y minero, asesoría técnica, proveeduría formal y tecnología para insertarlos al mercado mejorándoles sus actuales términos de intercambio en un proceso que puede activar rápidamente un movimiento económico equivalente a 4% del PBI peruano.
Promovamos la inserción al mercado formal de la minería artesanal y la pequeña minería informal generando el marco jurídico para simplificar sus transacciones con acuerdos superficiales y de concesión minera, para dotarlos de conocimiento geológico y minero de calidad, para acercarlos al sistema de proveedores especializados de las cadenas del sector para poner en valor su producción en el sistema sin que ello signifique dejar de combatir enérgicamente la minería ilegal que opera en zonas protegidas de la mano del narcotráfico y mafias organizadas con lavado de activos que tanto daño le hace al país. Rescatemos al minero y atrapemos al delincuente.
El Perú es un país ancestralmente minero desde tiempos inmemoriales y la actividad minera está desplegada en todo el territorio nacional en costa, sierra y selva, funcionando activamente como medio de sustento de miles de emprendedores y sus familias en un mercado poco competitivo producto de inequidades estructurales en los términos de intercambio donde los grandes acopiadores informales y las plantas concentradoras donde se hace la maquila distorsionan la cadena por el grado de poder de negociación de los compradores. El resultado es que los márgenes gruesos se quedan en los intermediarios condenado a los mineros a una economía de subsistencia que compromete su seguridad y su gestión ambiental sumada a la poca productividad interna de sus operaciones. En la pequeña minería y minería informal se requiere a gritos implementar programas creativos de inserción que promuevan su integración a las cadenas económicas de la formalidad dando financiamiento y asesoría técnica para canalizarlos por el camino de la formalidad.
Los actuales esfuerzos de formalización minera aplicados en el Perú resultan un verdadero fracaso administrativo, operacional y funcional que solo se ha enfocado en poner requisitos incumplibles y trabas burocráticas con sobrerregulación y oficinas sectoriales que solo ahuyentan las pocas iniciativas de formalización vigentes. Los sucesivos gobiernos solo han promovido en la practica la criminalización del minero y su lamentable condena a la informalidad permanente. Se requiere hacer un cambio para poner en valor esta parte perdida de la cadena minera. Un reto de gestión que aún no ha empezado a forjarse y al parecer nadie quiere abordar seriamente. Lampadia